La Vanguardia

El fin del mundo

- Màrius Serra

Conservo, desde la más tierna adolescenc­ia, diversos libros sobre la profecía de Malaquías, un enigma histórico que reaparece cada vez que hay fumata blanca. Malaquías nació en Irlanda, concretame­nte en Armagh, el año 1094, visitó Roma en 1139 y tuvo una visión profética en forma de lista. Su manuscrito cataloga todos los papas de la Iglesia católica, desde san Pedro hasta el fin de los tiempos. En teoría entregó su profecía al papa Inocencio II y no se supo nada más de ella hasta que en 1595 el historiado­r Arnoldo de Wion la incluyó en su libro Lignum vitae. Los 77 primeros pontífices de la lista ya eran historia, a finales del siglo XVI, y por tanto sus lemas podían haber sido falsificad­os para encajar, pero los de los siguientes fueron escritos anticipada­mente sin ningún género de dudas. Veo que mi lectura de la interpreta­ción del enigma por Juan Manuel Igartua data de 1976, en pleno papado de Pablo VI ( Flos florum), número 108 de una lista de 111 lemas y dos frases finales. La sensación de final de época era lo que lo hacía más atractivo para el ávido chaval de 13 años que era yo. Cada lema da pie a una justificac­ión, a menudo creativa, que lo relaciona con el Papa en cuestión. La luna del lema de Juan Pablo I ( De medietate lunae) suscitó decenas de explicacio­nes: su nombre Albino Luciani remite a la blanca luz de la luna, nació en la diócesis de Belluno (bella luna), su pontificad­o duró una luna (un mes)... El sol del lema de Juan Pablo II ( De labore solis) se oponía al anterior: mismo nombre, papado cortísimo ante papado larguísimo, dos talantes opuestos... Finalmente el olivo de Benedicto XVI ( Gloria olivae) incluso fue relacionad­o con la coalición política coetánea de l’Ulivo.

Tras los 111 lemas de la lista hay un texto que siempre ha provocado una cierta confusión, pero en general se cree que alude a dos papas más: 112 ( In psecutione extrema S.R.E. sedebit) y 113 ( Petrus Romanus...) La primera parte ha sido asociada a una sede vacante, y el tal Petrus Romanus sería el último papa que en teoría dirigiría los instantes finales de la Iglesia o incluso los últimos días antes del cataclísmi­co final del mundo. En este contexto si la semana pasada el sucesor de Benedicto XVI hubiese elegido llamarse Pedro en vez de Francisco ahora mismo los conspirano­icos malaquista­s estarían en todas las teles. En cambio, ahora se enfrentan a una crisis de fe. ¿Se parece en algo Pedro a Francisco? Claro que el Papa argentino tampoco les ha querido dejar desemparad­os. ¿Cómo se explica, si no, que en sus primeras declaracio­nes dijese que la Iglesia había ido a buscar papa “al fin del mundo”? ¿Era necesario? ¿No podía haber dicho al quinto pino?

Si el Papa hubiese elegido llamarse Pedro en vez de Francisco, las teles andarían llenas de conspirano­icos malaquista­s

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