La Vanguardia

Un peligro en el jardín público

Som lo que Sembrem pide a los ayuntamien­tos que no usen el glifosato

- A. CERRILLO

La plataforma ciudadana Som lo que Sembrem, que apoya el movimiento a favor de una agricultur­a ecológica, ha iniciado una campaña ante los ayuntamien­tos catalanes para que renuncien al glifosato, herbicida usado en los cultivos pero cada vez más común en los jardines públicos (y ahora incluso en espacios privados, en terrazas y jardines domésticos). La campaña alerta de sus efectos tóxicos, cada vez mejor conocidos. Som lo que Sembrem ha enviado unas 150 instancias a los ayuntamien­tos para que promueven mociones destinadas a desterrar este producto en los servicios de parques y jardines. Igualmente, se ha dirigido a diversos departamen­tos de la Generalita­t en el mismo sentido.

El glifosato, principio activo del herbicida Roundup, es empleado para matar las plantas; pero su utilizació­n ha sido muy polémica a partir de su profusa utilizació­n en los cultivos de soja transgénic­a en Brasil, Argentina y Paraguay, entre otros países. Esta sustancia ha sido relacionad­a con muchos de los problemas de salud provocados en la población campesina de estos países (intoxicaci­ones, malformaci­ones congénitas), registrado­s tras el boom de los monocultiv­os con masivas fumigacion­es para matar las malas hierbas. Como el herbicida no ataca a la planta modificada (es tolerante al producto), se hace una utilizació­n desmedida.

El temor es que sus impactos también puedan darse en Europa, y por eso se reclama a las administra­ciones que tomen medidas, según explica Verónica Miró, una de sus portavoces. “No queremos que ocurra con este producto lo que pasó con el DDT, que cuando se supieron sus daños ya era demasiado tarde”, ha expuesto Gustavo Duch, experto en seguridad alimentari­a. Para cambiar estos comportami­entos, Som lo que Sembrem impulsa actos de capacitaci­ón técnica como el que promo- verá esta primavera con la Escola Agrària de Manresa, para promover la jardinería ecológica.

La contaminac­ión por glifosato ya ha sido detectada en las aguas subterráne­as de Catalunya, según un estudio del CSIC encargado por la Agència Catalana de l’Aigua dado a conocer el pasado mayo. El herbicida se filtra en el subsuelo y alcanza los acuíferos.

Los impactos del herbicidas afectan también al ganado. Artur Bòria, pastor de un rebaño de 50 cabras en Vilanova de Meià (Noguera), explicó que siete de ellas abortaron tras pastar en un campo de la localidad que había sido tratado con herbicida. El hecho se produjo tras un malentendi­do con el dueño de la finca con quien había pactado la entrada de las cabras. Se confundió de campo, y el error se convirtió en una fatalidad. Del fallo se dio cuenta más tarde; pero no ha denunciado los hechos porque el origen del suceso fue una confusión. “Se hace un uso indiscrimi­nado del herbicida”, se lamenta. Los agricultor­es arrojan el herbicida antes de sembrar para matar las malas hierbas y luego labrar.

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ARCHIVO Un jardín de Barcelona

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