“Si en el Liceu no nos quieren, me iré”
Ángel Cor ella, bailarín, coreógrafo y director del Ballet de Barcelona
La voz sosegada de Ángel Corella (Madrid, 1975) se expande por la platea del teatro Fortuny, en Reus (Baix Camp). Sobre el escenario realizan su primer calentamiento los bailarines del VI Premio Internacional de Danza Roseta Mauri, acompañados de un piano. Corella, presidente del jurado de un concurso con vocación de proyectar nuevas figuras, observa con devoción a los bailarines noveles. Entre las pasiones del bailarín, coreógrafo y director del Barcelona Ballet, compañía fundada en la capital catalana, está la promoción de nuevos talentos.
¿Sigue ilusionado? Es un aliciente ver que aún hay gente dedicada al mundo de la danza en España, esto nos deja ver que sigue habiendo tradición. Pero formamos a los bailarines y se tienen que ir fuera porque no encuentran trabajo. Los dos grandes teatros de España no tienen compañía de clásico propia, como sucede en todas partes.
¿Esperanzas? He peleado, he luchado, he invertido, he hecho todo lo posible para poder conseguir esta compañía de danza clásica. Al final, poco a poco se está diluyendo y desapareciendo, hasta que al final termine como todas las compañías de danza en España. Mantener a 70 bailarines de forma privada, sin ningún apoyo institucional, es imposible. Pero sigo esperando que algún día llegue algún político que vea en crear una compañía de danza no un gasto sino una inversión que pue- de salvar teatros, como el Liceo.
¿Sería viable? Con el dinero que cuesta traer una gran compañía cuatro veces al año se podría pagar una compañía propia que bailaría cuatro semanas, con el triple de recaudación. No sólo se cubrirían gastos. Y daríamos trabajo a muchos bailarines españoles que terminan de formarse. Sigo preguntándome el por qué, si es por el director del Liceo. El año pasado, el Barcelona Ballet fue la úni- ca compañía que llenó. Es un despropósito, un sinsentido.
¿Cómo está el Barcelona Ballet tras el ERE temporal? Tenemos una deuda bestial, vinimos con una promesa en firme que no se ha llegado a cumplir. Ahora estamos viendo cómo podemos seguir adelante sin bajar el nivel. Pero va a llegar un momento en el que tengamos que tomar una decisión y decir hasta aquí hemos llegado. Si el Liceo no quiere este proyecto, y la ra- zón no es que no pueda, yo sin ningún problema cogeré mi maleta y me volveré a marchar. Tiene que cambiar la mentalidad.
¿Se ha concretado algo?
No, seguimos esperando.
¿Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona tampoco? No. Hay gente de la Diputación que nos apoya mucho.
¿Sigue el Barcelona Ballet? Sí, hemos salido del ERE. Estamos en un impasse. Muchos de los bailarines han cogido contratos temporales con otras compañías, lo que deja ver su calidad. Todos los que han querido salir, lo han logrado. Nos hemos quedado con 18 bailarines para espectáculos de pequeño formato, no los grandes ballets. Antes movíamos a más de 70 bailarines.
¿Adelante con el centro de danza de Figueres? Está todo parado hasta que no se sepa qué va a pasar con la compañía, no tiene sentido seguir creando más escuelas. ¿Para qué? ¿Para que se lleven los bailarines al extranjero? Antes hay que ver qué pasa con el Barcelona Ballet. No presentaremos otro ERE, ya he invertido suficiente patrimonio y salud. He parado incluso mi carrera antes de tiempo, dejé el American Ballet Theatre.
¿Tomará decisiones pronto? En poco tiempo, este año. Quiero saber dónde estoy para decidir el futuro de la compañía y mi futuro. Tengo posibilidades de dirigir otras compañías fuera. Si no la quieren, cogeré las maletas y me iré. Me dará mucha pena por los bailarines y los aficionados que van al Liceo y quieren ver danza.
¿Cómo resiste el Roseta Mauri a la crisi?
Es muy difícil para los chicos pagarse la estancia, pero es una gran oportunidad para ellos. La Fundación del Fortuny hace una labor tremenda para mantener el concurso en pie.
¿Seguirá bailando? Sí, lo hago de forma relajada, con una conexión ligera con el público, disfruto con ellos.
¿Da clases en Barcelona? Sí, nos turnamos con mi hermana. Cuando ensayo con la compañía, ella toma las de la escuela.
¿Quién es ahora su mánager? Yo mismo, con la ayuda de mi secretaria.