Noticia del espanto
Políticos y supervivientes de aquellos días conmemoran el 75.º aniversario de los bombardeos sobre Barcelona
Pocas guerras se ganan, las civiles aún menos. Las guerras dejan tras de sí demasiadas cicatrices y el recuerdo del miedo, del hambre, de las víctimas civiles. La memoria que ayer despertaba Manuel Cardeña, que vivió los bombardeos que asolaron Barcelona durante tres días de marzo de 1938, un triste 75 aniversario que se evocó ayer frente al cine Coliseum, donde se produjo la mayor matanza.
Ayer llovió sobre Barcelona; una fina capa de agua que hizo asomar paraguas. Del tiempo que hacía un día como este hace 75 años ya no se acuerda prácticamente nadie. Al mediodía, en la Gran Via donde un monumento recuerda aquella tragedia, la vicepresidenta Joana Ortega, el alcalde Xavier Trias, el cónsul de Italia Daniele Perico, el catedrático de Historia Contemporánea Joan Villarroya y el superviviente Manuel Cardeña depositaron flores en conmemoración de lo que ocurrió.
Había autoridades, pero en realidad era el día de la memoria, de los que murieron y de los que aún viven y rememoran aquellos aciagos tiempos. Como una señora entre el público, que explicaba que vivía entonces cerca de la casa Elizalde, que se quedaron a oscuras y que fue terrible.
Joan Villarroya se dirigió a los asistentes para relatar cómo una simple frase en un papel puede desencadenar una tragedia. Entonces fue un telegrama de Mussolini, que daba la siguiente instrucción: “Bombardear Barcelona de forma sistemática”. Cinco palabras que costaron mil muertos y más de mil quinientos heridos, según los estudios que ha llevado a cabo Villarroya. Porque todo quedó escrito: en los archivos italianos, en los registros de los cementerios, en los partes del Hospital Clínic.
Cinco palabras que provocaron cuarenta horas en que las sirenas sonaban sin parar en la ciudad castigada, para anunciar la llegada de los aviones y luego su partida. Seguramente fue uno de esos avisos lo que hizo que un camión militar se parara a la altura del cine Coliseum a la espera de que pasara el peligro. Transportaban explosivos desde un cuartel de Sagrera a Montjuïc. Una bomba le alcanzó de lleno y causó una explosión dantesca. Dos manzanas
Manuel Cardeña, que tenía cinco años, desea que en el futuro nadie pase lo que pasó él
de casas se vinieron abajo y murieron 150 personas, entre ellas los soldados que participaban en el transporte de municiones, 23 o 24, no se sabe a ciencia cierta cuántos. Uno era Vicenç Mas- carell i Peiró, tío del actual conseller Ferran Mascarell, y que al parecer conducía el camión Diamond T.
Ayer, bajo la lluvia, se recordaban aquellas horas, “un acto de barbarie imperdonable”, según Joana Ortega. “Los responsables del bombardeo fueron aquellos que antepusieron la fuerza y la violencia al valor de la libertad y la política”, proclamó Trias. Pero más que de ellos, era el día del testimonio de los que vivieron aquello. Como Manuel Cardeña. Tenía cinco años cuando empezó la guerra y todavía tiene frescos los recuerdos del hambre, de la pistola que un día encontró entre los escombros, de las horas en los refugios, del escondite que fabricó con unos amigos, de robarle una col a un payés con la que su madre “hacia milagros”, de su padre movilizado y volviendo a casa porque nadie le decía dónde tenía que ir, de los robos de la población famélica en los almacenes de abastos...Y, por encima de todo, un deseo: Manuel Cardeña no quiere que nadie vuelva a pasar por lo que pasó él.
Barcelona fue una de las primeras ciudades objeto de bombardeos. Y para que no vuelva a ocurrir, Trias apeló a la memoria de los supervivientes, que nos dejan su palabra, para que no haya más “sombras de guerra y destrucción”. Dicho de otra forma, si no tenemos en cuenta el pasado, alguien, en el futuro, con otros nombres, volverá a escribir la misma historia: la noticia del espanto.