Colesterol TV
Hablemos de empachos televisivos. Y hagámoslo, aunque resulte casi imposible proponerse algo así en estos días, sin mencionar esa auténtica sobredosis piscinera que asuela el país. Dejémonos por lo tanto de famosetes en remojo y chanclas, y hablemos de empachos televisivos de los de verdad, de los de Récord Guinness a mayor gloria de la impresionable audiencia.
Que la tele engorda es algo que a estas alturas del partido sabe ya casi todo el mundo. Lo que puede que no sepa tanta gente es que determinados entretenimientos a la parrilla son capaces de dejarte con el colesterol en un puño. Sobre todo si los presentas. Y más aún si lo haces asumiendo sin complejo alguno que lo tuyo es ser carne de pantagruélico docurreality. Que se lo pregunten si no a ese aficionado a la ruleta rusa cardiovascular que es Adam Richman, el insaciable presentador de esas Crónicas carnívoras que emite todas las tardes, a la hora de la merienda y de lunes a viernes, el testosterónico hasta la médula canal Energy.
La receta del programa no puede ser más sencilla: el tal Richman, ejecutando a la perfección su papel de tragaldabas a tiempo completo, recorre Estados Unidos de punta a punta dando buena cuenta de todos aquellos menús XXL que le pongan por delante al más puro estilo Jackass. Tan poco recomendable odisea gastronómica le ha llevado a enfrentarse (en ocasiones a golpe de cronómetro) a grasientas hamburguesas de casi tres kilos, a descomunales costillares de vaca bañados en litros y litros de salsa barbacoa, a crujientes montañas de bacon sepultadas entre indigestísimos aludes de queso fundi- do, a chorizos criollos de un metro de eslora, e incluso a monstruosas raciones de patatas fritas en aceite de cacahuete con doble de picante que no se saltarían ni Juan Echanove e Imanol Arias tras haber corrido la maratón de San Danacol. Y es que en aquel país de locos, el tamaño sí que importa.
Será por eso que los sábados al mediodía, a modo de depurativo acto de contrición, los de Energy emiten ¿Cómo es lo que como?, otro factual gastronómico made in USA en el que, abominación de origen mediante, un especialista del sector alimentario igualmente entradito en carnes, Bobby Bognar, se dedica a deconstruir y analizar con dietética determinación todo aquello que su colega Richman se mete entre papada y espalda como si le fuera la vida en ello. Digo yo que será por si tienen que hacerle la autopsia.