La reacción llega a lo grande
Los de Aguirre vuelven a ganar a domicilio recuperando su esquema y su capacidad a balón parado y a la contra
Pedía Javier Aguirre una reacción tras el mal sabor de boca que dejaron los partidos del Vicente Calderón y Vallecas y tras el insulso empate en casa ante el Valladolid y su equipo se la ofreció a lo grande. Con una excelente victoria domicilio ante un Málaga que tiene boquiabierta a Europa por su juego y su efectividad. Sin experimentos, recuperando su esquema habitual, con las mismas armas con las que salió del pozo, el Espanyol fue ayer mejor que uno de los ocho mejores de la Champions sin más necesidad que ser él mismo.
No se dejó impresionar Pellegrini porque la Real Sociedad y el Valencia apartasen el sábado con sendas victorias a su equipo de los puestos de Champions y realizó las rotaciones que tenía previstas. Tras dejar fuera de la convocatoria a Demichelis y Baptista, decidió también dar descanso a Joaquín y Saviola, que se quedaron en el banquillo. No perdió por eso el Málaga su identidad, aunque sí se le vio falto de intensidad y velocidad, lo que le hizo demasiado previsible y acabó desdibujando su juego. De hecho, en todo el primer tiempo apenas creó una ocasión a balón parado: un remate de Santa Cruz en un córner que Casilla paró en primera instancia y que Colotto sacó después bajo palos.
Tampoco engañó Javier Aguirre. Tras el experimento fallido de Vallecas recuperó su esquema y su once habitual, con los cambios obligados de Mattioni y Wakaso por los sancionados Javi López y Simão. Y fue así cómo el Espanyol se reencontró por fin para ofrecer la mejor versión que había conseguido sacar de él el técnico mexicano.
Le ayudó que el Málaga, aunque sin intensidad, fue el de siempre y salió a jugar. Es ese el fútbol que mejor le va a un Espanyol incapaz de superar a los rivales que se le plantan en defensa, pero que puede ser letal cuando delante tiene a un equipo abierto. Lo demostró en el Bernabeu y en San Mamés y ayer lo volvió a enseñar en La Rosaleda.
A eso, los de Aguirre sumaron una intensidad que ya hizo que en los primeros minutos de juego pudiese adelantarse. Una triangulación entre Wakaso y Verdú acabó con un disparo del centrocampista catalán para que Caballero demostrase su buena forma en el minuto 3 de juego. En el 5 fue Mattioni, tras otra gran combinación, esta vez con Sergio García, quien se encontró delante del meta argentino, de nuevo acertado.
Era un primer aviso para un Málaga que seguía a la suya, confiado. Que aunque no quiso ceder la iniciativa al conjunto visitante, tampoco era capaz de hacerse con el partido ni, mucho menos, de llegar con claridad al área de Casilla. Lo que deparó un partido de mucho juego y pocas ocasiones. De mucho toque y poca pegada por parte de ambos conjuntos.
Al Espanyol el empate ya le iba bien, y confió Pellegrini en que, con paciencia, su equipo consiguiese desequilibrar el encuentro. Así que tras una exhibición de juego insustancial durante los primeros 45 minutos decidieron ambos técnicos no mover el banquillo, esperando acontecimientos. La diferencia, notable, era que el Espanyol no podía mejo- rar y el Málaga sí. Y fueron precisamente los españolistas los que lograron desequilibrar el marcador en una acción a balón parado, una suerte que está dando excelentes resultados al equipo de Aguirre. Colotto, que había subido a cabecear un córner, se encontró con un balón suelto que perdió Caballero al tratar de controlarlo con una mano. No tuvo más que rematar a puerta vacía.
Fue entonces cuando el técnico malaguista reaccionó sacando al campo a Joaquín y Duda –poco después tiró también de Saviola– y lanzando a su equipo en tromba en busca de la remontada, pero poniendo ya en bandeja la victoria visitante.
A partir de ese momento el Espanyol demostró que a la contra puede ser letal. Y apenas necesitó resistir la presión de los locales para sentenciar el duelo en una contra. Wakaso, que volvía al once, se fue por velocidad por la banda izquierda, superó a Gámez y metió un centro raso a Sergio García que el 9 sólo tuvo que rematar para batir a un Caballero vendido bajo palos. Por más que trató de apretar el Málaga en los minutos finales, el partido estaba visto para sentencia y el Espanyol dio un paso decisivo hacia el objetivo de la salvación.