La Vanguardia

Fernández se reconcilia con el Papa y le pide ayuda en las Malvinas

Fernández de Kirchner visita al Papa y le pide mediar en el conflicto

- EUSEBIO VAL Ciudad del Vaticano. Correspons­al

“Nunca un papa me había besado” La presidenta argentina saluda al papa Francisco.

No fue una mera visita protocolar­ia. Durante el encuentro de ayer entre el papa Francisco y la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, esta le pidió su mediación en el conflicto con Gran Bretaña por las islas Malvinas. Fue lo que los italianos llaman una forzatura, en este caso una maniobra diplomátic­a bastante forzada, al tratar de introducir en la agenda papal un asunto tan delicado, y más siendo Jorge Mario Bergoglio argentino. Es obvio que Londres nunca lo vería como un árbitro imparcial.

La presidenta, que hoy asistirá a la solemne misa de inauguraci­ón del pontificad­o, almorzó en privado con Francisco en la Casa de Santa Marta, la residencia en la que se alojaron los cardenales durante el cónclave y donde aún vive el Papa mientras no se hayan concluido las pequeñas obras de acondicion­amiento del apartament­o pontificio, en el Palacio Apostólico.

Había expectació­n ante el encuentro, pues es notoria la tensa relación que la Casa Rosada y el entonces arzobispo de Buenos Aires mantuviero­n en el pasado. Tras la elección de Bergoglio como Papa, un medio considerad­o afín a la presidenta desempolvó viejas acusacione­s sobre su supuesta complicida­d con la dictadura militar. La solicitud para que medie con Londres tiene una clara lectura interna argentina y puede causarle incomodida­d al Pontífice cuando visite su país.

“Abordamos un tema muy sen- tido para los argentinos y esta presidenci­a, y le solicité su intermedia­ción para lograr el diálogo en la cuestión de las Malvinas”, dijo Fernández de Kirchner, de vuelta en su hotel romano, tras la comida a solas con el Papa. La mandataria recordó la benéfica intervenci­ón de Juan Pablo II, en 1978, durante el contencios­o con Chile por el canal de Beagle, en el extremo sur del continente. Según la presidenta, “ahora estamos ante una oportunida­d histórica” ya que “ambos países tienen gobiernos democrátic­os y no hay peligro de ninguna naturaleza bélica, más allá de la militariza­ción en el Atlántico sur”. Fernández insistió en que todos los países deben respetar las resolucion­es de las Naciones Unidas. Lo que la presidenci­a no dijo es que Juan Pablo II era polaco y podía ser visto como una figura neutral.

Fernández dijo sentirse “im- presionada” y “conmovida” cuando Francisco aludió al papel formidable que están cumpliendo distintos gobernante­s de Latinoamér­ica que “trabajan unidos por la Patria Grande”. “Para una argentina y latinoamer­icana, escuchar en boca de un papa el término Patria Grande me impactó y me impresionó mucho, y no hace más que redoblar los esfuerzos en seguir en esta dirección”, declaró la mandataria.

Fernández de Kirchner fue osada en sus comentario­s y se atre- vió a aventurar que la tarea del Papa será reformista. “Lo vi sereno, seguro, en paz, tranquilo y también ocupado y preocupado por lo que va ser la inmensa tarea de conducir el Vaticano y las cosas que él sabe que hay que cambiar”, señaló.

Como es preceptivo, hubo intercambi­o de regalos. La presidenta obsequió al Papa con un equipo completo para preparar mate, la infusión nacional argentina, y un poncho de vicuña “para que se abrigue” y soporte mejor el invierno europeo. El Pontífice, por su parte, regaló a Fernández de Kirchner varios libros sobre reflexione­s de la Iglesia latinoamer­icana, una placa conmemorat­iva y una rosa blanca representa­ción de santa Teresita, su santa preferida. La presidenta

pa me había besado”, recalcó.

Fernández de Kirchner tuvo el privilegio de ser el primer jefe de Estado en hablar con el nuevo papa. Hoy, en la “misa de inicio del ministerio petrino del obispo de Roma” (la fórmula preferida por la Santa Sede) asistirán más de 130 delegacion­es oficiales, con un total de 31 jefes de Estado y 11 jefes de gobierno, entre ellos Mariano Rajoy. Estarán los presidente­s de México, Chile, Austria, Portugal, Polonia y Brasil, entre otros. Estados Unidos ha enviado al vicepresid­ente, Joe Biden. En la ceremonia estarán presentes asimismo los reyes de Bélgica, los príncipes de Mónaco y los Príncipes de Asturias.

Roma hará honor al título de caput mundi, de capital del mundo. Además de dirigentes políticos, la misa en el Vaticano congregará a dirigentes de las más importante­s confesione­s religio- sas, a representa­ntes de las iglesias cristianas no católicas, a judíos, musulmanes, budistas, sijs.

Francisco tiene previsto pronunciar su homilía en italiano. Antes de la misa, dará una vuelta entre la multitud, a bordo de un vehículo. Está por ver si romperá el protocolo y bajará a saludar a la gente.

La misa inaugural –que antes se denominaba de entronizac­ión– contiene multitud de ritos que entroncan con la rica tradición de la Iglesia. Francisco rendirá visita a la tumba de san Pedro, debajo del altar de la basílica. Allí recogerá dos objetos de mucha relevancia simbólica, el anillo de Pescador, que represen- ta el poder pontificio, y el palio de lana, que significa el buen pastor. También se realizará el rito de la obediencia, de seis cardenales en representa­ción de todos los demás.

Francisco recibió ayer al secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, que fue confirmado provisiona­lmente en su puesto, como el resto de cargos, pero cuyo próximo relevo se considera casi inevitable. De lo contrario el cambio que este papa encarna no sería creíble. Fue significat­ivo, sin embargo, que, antes que Bertone, Francisco mantuviera un encuentro, el domingo por la tarde, con el prepósito general de los jesuitas, Adolfo Nicolás. también invitó formalment­e al Papa a visitar Argentina. Desde el punto de vista logístico, lo más fácil sería incluir el viaje como una extensión del que hará a Río de Janeiro, en julio, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. La presidenta, en fin, se mostró muy emocionada de poder tocar, coger del brazo y besar al obispo de Roma. “Nunca un pa-

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Lo pasado, pasado. El papa Francisco recibe un mate de manos de su compatriot­a y presidenta de Argentina, Cristina Fernández, a la que el Pontífice correspond­ió en el Vaticano con varios libros, una placa y una rosa blanca
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PRESIDENCI­A DE ARGENTINA / EFE

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