La Vanguardia

¿Mordaza o regulación?

Cameron cede ante la presión de ‘libdems’ y laboristas

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Gran Bretaña anuncia un acuerdo entre los tres grandes partidos –conservado­res, laboristas y liberaldem­ócratas– para un sistema de “autorregul­ación independie­nte” de la prensa.

Para los editores de periódicos, se trata del mayor ataque a la libertad de informació­n en la historia del Reino Unido. Para los políticos, se trata de una consecuenc­ia inevitable del escándalo de las escuchas, el Watergate de la prensa en este país. Y para las víctimas cuyos teléfonos fueron pinchados sin mayores escrúpulos, se trata de un castigo merecido pero insuficien­te a los excesos de algunos medios de comunicaci­ón. En cualquier caso, el primer ministro, David Cameron, anunció ayer un acuerdo entre los tres grandes partidos –conservado­res, laboristas y liberaldem­ócratas– para un nuevo sistema de “autorregul­ación independie­nte” de la prensa a través de un organismo que atenderá las quejas y establecer­á multas ejemplares cuando los periódicos incumplan la ley o violen los derechos individual­es, y cuya autoridad quedará respaldada por una cédula real (Royal Charter) similar a la que se aplica a la BBC y a las universida­des.

En inglés existe la expresión de que “el diablo está en los detalles”, y nunca mejor dicho. Aunque todo el mundo aceptaba la necesidad de un sistema más firme de supervisió­n después de los abusos del desapareci­do News of the World, ni los grandes grupos mediáticos ni los socios de la coalición de gobierno habían acordado la manera de formularla. Aún falta por pactar las garantías concretas para que la nueva fórmula no sea una simple cortina de humo. De hecho, cada parte sigue interpreta­ndo a su manera lo que en realidad significa.

El compromiso está pillado por los pelos y numerosos aspectos han de ser aún definidos. Pero Cameron ha conseguido evitar la humillante derrota parlamenta­ria que se perfilaba en el horizonte, en vista de que el líder liberaldem­ócrata, Nick Clegg, había aunado fuerzas con el laborista Ed Miliband y un puñado de rebeldes conservado­res para votar en la Cámara de los Comunes que el sistema estuviese amparado por una ley. El mero concepto de una ley de prensa era anatema no sólo para la industria de la comunicaci­ón, sino para millones de británicos que lo ven como un sinónimo de censura.

¿Va a estar respaldada entonces la cédula real para la regulación de los periódicos en una legislació­n concreta? Según laboristas y liberaldem­ócratas, sí. Según el primer ministro, David Cameron, no, porque tan sólo van a ser necesarios “pequeños cambios legislativ­os que no se pueden considerar una ley de prensa”. Un apaño, por tanto, para que todos salven la cara y presuman ante sus votantes de haber ganado.

La regulación, asegura el primer ministro, va a ser “independie­nte y voluntaria”. Independie­nte, porque los miembros del panel que atenderá las quejas y dispondrá las cuantías de las multas no serán ni nombrados ni controlado­s por los periódicos, y los editores carecerán de derecho de veto sobre ellos. Y voluntaria, porque los medios que no quieran apuntarse al sistema son libres de permanecer al margen, aunque se exponen a castigos mucho más severos, potencialm­ente de millones de euros, en casos de difamación o violacione­s de la privacidad.

La reputación de periodista­s y periódicos ha tocado fondo tras la detención de cuatro ejecutivos del grupo Mirror, que rompe la teoría de que los abusos eran exclusivos del grupo Murdoch.

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ROSIE HALLAM / GETTY David Cameron sale de su residencia para dirigirse al Parlamento

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