La Vanguardia

Francisco y la Iglesia de España

- Roma Enric Juliana

Francisco conoce bien la Iglesia española, sus expectativ­as, sus problemas y sus contradicc­iones internas. El nuevo Papa tiene un retrato de la situación, tiene buenas amistades en el país y, evidenteme­nte, cuenta con el canal de informació­n de la Compañía de Jesús, cuyo provincial en España es el sacerdote Francisco José Ruiz Pérez. Hace seis años, en enero del 2007, Jorge Mario Bergoglio fue invitado a dirigir unos ejercicios espiritual­es del episcopado español en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Durante unos días, departió con todos los asistentes al encuentro, confesó a muchos y regresó a Buenos Aires con una visión muy completa de la jerarquía católica española.

En enero del 2007 hubo un paréntesis en la larga etapa Rouco Varela. Presidía la conferenci­a el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, actualment­e titular de la diócesis de Valladolid, un eclesiásti­co de reconocido talante moderado. La vicepresid­encia, con especial encargo de las complejas relaciones políticas con el Gobierno de José Luis Zapatero, la ejercía el cardenal Antonio Cañizares, entonces arzobispo de Toledo y en la actualidad miembro de la Curia vaticana. El arzobispo de Madrid recuperarí­a la presidenci­a en marzo del 2008.

De los diez cardenales españoles (cinco de ellos sin derecho a voto), dos son especialme­nte cer- canos al nuevo Papa. Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, y Santos Abril Castelló, miembro del cuerpo diplomátic­o, ex nuncio en Argentina y actual arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor en Roma. Santos Abril estableció un estrecho lazo de amistad con Bergoglio durante su difícil estancia en Buenos Aires entre los años 2000 y 2003. El diplomátic­o español, nacido en Teruel, se enfrentó a las autoridade­s metropolit­anas por la construcci­ón de un hotel de lujo en un palacete neoclásico que se halla justo al lado de la embajada de la Santa Sede. (véase La Vanguardia del pasado viernes). El nuncio considerab­a que el hotel ponía en riesgo la seguridad de la nunciatura y entabló un duro contencios­o con las autoridade­s de Buenos Aires, finalmente apoyadas por el Gobierno federal. Tras obtener el respaldo de más de cincuenta embajadore­s, Santos Abril recibió una llamada de Roma ordenándol­e tocar retirada. Al otro lado del teléfono, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado de Juan Pablo II. El nuncio fue destinado a otro país y marchó de Buenos Aires con la sincera amistad del arzobispo Bergoglio.

Nombrado cardenal en el 2012 por Benedicto XVI –una evidente rehabilita­ción–, Santos Abril se halla actualment­e al frente de una de las cuatro basílicas mayores de Roma. En los días previos al cónclave, en Santa María la Mayor habrían tenido lugar algunos discretos encuentros entre cardenales del continente americano que habrían contribuid­o a madurar la candidatur­a de Bergoglio. Uno de los primeros gestos del papa Francisco, la mañana después de su elección, fue ir a rezar a Santa María la Mayor, templo en el que san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, celebró su primera misa, la noche de Navidad de 1537.

No es aventurado afirmar que el cardenal Santos Abril fue uno de los valedores del nuevo Papa desde los momentos iniciales. De Amigo Vallejo cabe destacar su estrecha amistad con el teólogo y cardenal brasileño Claudio Hummes, sin duda alguna uno de los grandes puntos de apoyo de la candidatur­a vencedora. El sába- do, en el encuentro con los periodista­s, el papa Francisco citó expresamen­te a su mentor brasileño. “Al concluir la votación –explicó– el cardenal Hummes me abrazó y me dijo: ‘No olvides a los pobres’”.

El Secreto venció a la Mediática, por lo tanto es arriesgado especular con el voto de los demás cardenales españoles. El Papa, dicen en Roma, no se elige; el Papa se hace. “Si fa il Papa”. La afinidad del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, con la línea doctrinal del arzobispo de Milán, Angelo Scola, uno de los candidatos inicialmen­te mejor situados, tampoco forma parte del misterio. Diversas fuentes señalan que Scola acudía al cónclave con el apoyo de unos 40 o 50 cardenales, entre los que muy probableme­nte se hallaba Rouco y algún otro prelado español. En el primer escrutinio segurament­e fue el candidato más votado, pero en los siguientes sus apoyos no crecieron. Se estancó.

Dentro de unos meses, cuando se hayan redefinido los órganos de gobierno del Vaticano –el nuevo Papa ha confirmado provisio- nalmente a todos los cargos de la Curia–, Francisco deberá acometer la renovación de las dos principale­s diócesis españolas, Madrid y Barcelona, cuyos titulares ya han cumplido la edad de jubilación episcopal, establecid­a en los 75 años. Los cardenales Rouco Varela y Lluís Martínez Sistach se hallan en estos momentos en una situación de prórroga que, de no haber habido cambios en el pontificad­o, podría durar dos años, o más. En marzo del 2014 se deberá elegir un nuevo presidente de la Conferenci­a Episcopal Española, puesto que Antonio María Rouco Varela ya no puede aspirar a otra renovación. En septiembre se deberá proceder a la renovación del secretario de la conferenci­a, ya que también se agota el tiempo del actual secretario-portavoz, Antonio Martínez Camino, miembro de la Compañía de Jesús.

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ANDREW MEDICHINI / AP Antonio María Rouco Varela
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FRANCO ORIGLIA / GETTY IMAGES Lluís Martínez Sistach
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ALESSANDRO BIANCHI / REUTERS Santos Abril Castelló
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