Artur Mas no es como Josu Ternera
De momento, la realidad pura y dura es que el Govern de Catalunya quiere dialogar y el Gobierno de España se niega. El Govern de la Generalitat ofrece una alternativa de futuro a los ciudadanos de Catalunya y el Gobierno de España no ofrece ninguna. No es una visión maniquea, sino la síntesis de cómo describen la situación intelectuales inequívocamente adversarios de la inde- pendencia de Catalunya, que creen en el futuro de una Catalunya española pero cuyo prestigio académico, su compromiso democrático o la autoexigencia estética les impiden compartir el ardor guerrero que destilan las iniciativas oficiales contra el soberanismo catalán.
Victoria Camps, Francesc de Carreras y Alfredo Pastor, por poner tres ejemplos de intelectuales nada sospechosos de connivencia con el soberanismo, se han declarado partidarios de que los ciudadanos de Catalunya puedan expresar de alguna manera su voluntad colectiva, pero más interesante es cómo lamentan la incapacidad de la España oficial de ofrecer una alternativa al 80% de los catalanes representados en las instituciones. Eso es lo que hace más difícil quitarle la razón al proyecto soberanista.
El Estado español tiene todos los instrumentos para combatir dentro e incluso fuera de la ley la iniciativa respaldada por 104 de los 135 diputados del Parlament. Podrá utilizar las leyes, los fiscales, los policías y los espías. Podrá asfixiar las instituciones catalanas y provocar la rebelión de los funcionarios y proveedores cuando no cobren. Quizá consiga derribar al Govern de Artur Mas. Tiene la fuerza y bien que lo demuestra, más preocupado en vencer que interesado en convencer.
Todos los gobiernos de España dialogaron con ETA. El pacto de Ajuria Enea apoyaba “procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado” para “un final dialogado de la violencia”. Artur Mas acaba de hacer la enésima oferta de diálogo. ¿Qué tendrá Artur Mas que no tenía Josu Ternera? ¿Acaso la razón?