Pagar cuando toca
Cuando se pueda. No lo sé. Son las respuestas de los consellers de la Generalitat que ven como se amontonan las facturas pendientes de farmacéuticos, centros concertados de servicios sociales, proveedores... A ese dramático escenario, se añade el recorte de 4.400 millones extras necesario para cumplir con el 0,7% de déficit impuesto hasta ahora por el Gobierno español. Una “misión imposible” según los cálculos del conseller de Economia. Andreu Mas-Colell se ha incorporado a la lista de quienes creen suicida convertir las políticas de austeridad –y su afectación sobre la vida de los ciudadanos– en el único eje de la recuperación económica. Según sus cálculos, el ritmo adecuado de ajuste hacia la estabilidad fiscal debería ser de medio punto al año. Unos mil millones anuales en Catalunya. Lejos quedaría la pretensión inicial del ministro Hacienda, que en el Consejo de Política Fiscal y Financiera del jueves podría acabar dando la razón a la Generalitat, que ha reclamado ante quien ha querido escuchar un reparto justo de la flexibilización del déficit.
Los datos publicados por el mismo Ministerio de Hacienda demuestran que las autonomías efectuaron el año pasado casi tres cuartas partes de los ajustes de las administraciones del Estado, con un recorte de 16.609 millones de euros, y que Catalunya es la comunidad que más ha contribuido, con 4.939 millones de ajuste, todo para quedarse en un 2% de déficit. Aunque este fuera el límite también para el 2013, la Generalitat tendría que recortar 1.800 millones por la subida de intereses, el pago de infraestructuras en diferido –un sistema que sirve para pagar una carretera o al PP para indemnizar al extesorero Bárcenas– y porque los activos inmobiliarios y financieros sólo se pueden vender una vez...
Una cosa es reclamar esfuerzos a las comunidades y otra tomar decisiones
Una cosa es pedir esfuerzos a las comunidades y otra aprovechar para adelgazar el Estado autonómico
que añaden al déficit razones políticas. La ley de unidad de mercado, la reforma de la administración local, la nueva norma de regulación de la actividad exterior, incluso una retrógrada ley de educación evidencian la estrategia de aprovechar la crisis para adelgazar el Estado autonómico, menospreciar a las comunidades y favorecer una recentralización de poder en la administración del Estado.
Pero sin acceso a los mercados, ni capacidad de recaudar y gestionar impuestos, justo cuando se reclama dar un paso más allá de la autonomía, el autogobierno catalán es más débil que nunca y necesita como el aire que respira un acuerdo para poder aprobar los presupuestos de este año y huir del corsé de la prórroga de las cuentas del año pasado. Diálogo en Catalunya, pidiendo responsabilidad a partidos y entidades, pero también diálogo obligado, y envenenado, con el Gobierno del PP, porque Mas-Colell no tiene más banco al que ir que el Estado. Y la Generalitat debe pagar cuando toca...