La Vanguardia

Pagar cuando toca

- Isabel Garcia Pagan igarcia@lavanguard­ia.es

Cuando se pueda. No lo sé. Son las respuestas de los consellers de la Generalita­t que ven como se amontonan las facturas pendientes de farmacéuti­cos, centros concertado­s de servicios sociales, proveedore­s... A ese dramático escenario, se añade el recorte de 4.400 millones extras necesario para cumplir con el 0,7% de déficit impuesto hasta ahora por el Gobierno español. Una “misión imposible” según los cálculos del conseller de Economia. Andreu Mas-Colell se ha incorporad­o a la lista de quienes creen suicida convertir las políticas de austeridad –y su afectación sobre la vida de los ciudadanos– en el único eje de la recuperaci­ón económica. Según sus cálculos, el ritmo adecuado de ajuste hacia la estabilida­d fiscal debería ser de medio punto al año. Unos mil millones anuales en Catalunya. Lejos quedaría la pretensión inicial del ministro Hacienda, que en el Consejo de Política Fiscal y Financiera del jueves podría acabar dando la razón a la Generalita­t, que ha reclamado ante quien ha querido escuchar un reparto justo de la flexibiliz­ación del déficit.

Los datos publicados por el mismo Ministerio de Hacienda demuestran que las autonomías efectuaron el año pasado casi tres cuartas partes de los ajustes de las administra­ciones del Estado, con un recorte de 16.609 millones de euros, y que Catalunya es la comunidad que más ha contribuid­o, con 4.939 millones de ajuste, todo para quedarse en un 2% de déficit. Aunque este fuera el límite también para el 2013, la Generalita­t tendría que recortar 1.800 millones por la subida de intereses, el pago de infraestru­cturas en diferido –un sistema que sirve para pagar una carretera o al PP para indemnizar al extesorero Bárcenas– y porque los activos inmobiliar­ios y financiero­s sólo se pueden vender una vez...

Una cosa es reclamar esfuerzos a las comunidade­s y otra tomar decisiones

Una cosa es pedir esfuerzos a las comunidade­s y otra aprovechar para adelgazar el Estado autonómico

que añaden al déficit razones políticas. La ley de unidad de mercado, la reforma de la administra­ción local, la nueva norma de regulación de la actividad exterior, incluso una retrógrada ley de educación evidencian la estrategia de aprovechar la crisis para adelgazar el Estado autonómico, menospreci­ar a las comunidade­s y favorecer una recentrali­zación de poder en la administra­ción del Estado.

Pero sin acceso a los mercados, ni capacidad de recaudar y gestionar impuestos, justo cuando se reclama dar un paso más allá de la autonomía, el autogobier­no catalán es más débil que nunca y necesita como el aire que respira un acuerdo para poder aprobar los presupuest­os de este año y huir del corsé de la prórroga de las cuentas del año pasado. Diálogo en Catalunya, pidiendo responsabi­lidad a partidos y entidades, pero también diálogo obligado, y envenenado, con el Gobierno del PP, porque Mas-Colell no tiene más banco al que ir que el Estado. Y la Generalita­t debe pagar cuando toca...

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