Surgió un competidor
Este Papa nuevo comenzó a ser mediático antes de ser elegido. La prueba es que, sin saber quién sería el llamado, las empresas informativas enviaron a Roma a 6.000 periodistas, que se dice pronto.
En España hubo datos como estos: 7,5 millones de espectadores vieron los programas especiales esperando la fumata, sin contar las televisiones autonómicas y las redes sociales; las radios más laicas hicieron sus programas estelares desde Roma; cualquier cura algo conocido dedicó varias jornadas a predicar desde los platós; teólogos como Navarro Valls se hicieron famosos; Pedro Miguel Lamet fue solicitado por cincuenta medios; ninguno de nosotros conoció nunca tantos nombres de cardenales y, pasada la decisión cardenalicia, los periódicos siguen llenando páginas con el ideario, las palabras, los gestos y hasta con los zapatos del Sumo Pontífice.
Esto es insólito. Nos pasa algo. Hay que reconocer lo atractivo del ceremonial, eso de comunicarse con señas de humo como los indios, el halo de misterio que rodea siempre al Vaticano, las palomas que sugieren la presencia del Espíritu Santo, o incluso el morbo provocado por el Vatileaks; pero, aun con esos ingredientes, nos pasa algo. Esto no se corresponde con una sociedad aparentemente descreída, ni con una Iglesia que tantos analistas ven desprestigiada. A ver si ahora va a resultar que no somos tan impíos y nos gusta la liturgia.
Tengo una tesis: los medios están saturados de tanto hablar de crisis y corrupciones, buscan algo más espiritual y crearon hambre de Papa en la sociedad. Y la sociedad busca un liderazgo ético, y no le importa que vista sotana. Sobre esa base psicológica, resultó que el elegido tiene gestos que conectan con el estado de ánimo del pueblo, y ya tenemos la conexión perfecta. ¿Quién no aplaude a un líder que prescinde del coche oficial? ¿Quién no se emociona ante un jefe que habla con la gente? ¿Quién, en medio de esta crisis que nos ahoga, no vitorea a un señor que se acuerda de los pobres, que habla de igualdad y de misericordia?
Temblad, dirigentes políticos: os ha surgido un competidor. Viene a ganar almas para el cielo, pero os hará cambiar el discurso en la tierra. Amén.