Las divisiones del Papa
Los primeros honores brindados al papa Francisco que se asomaba al balcón fueron militares. La pregunta de cuántas divisiones tiene el Papa fue formulada por Stalin pero discuten los autores si se la planteó a Pierre Laval, ministro de Exteriores de Francia, durante una visita a Moscú en 1935 cuando le pidió que rebajara la presión contra los católicos, o si la hizo a Churchill en la conferencia de Yalta, en febrero de 1945, donde se consideraba la posibilidad de sumar a Pío XII a las conversaciones de paz.
Pero si el Papa carece de divisiones y demás unidades militares de combate, la que tenía entonces confiada Pío XII y han seguido teniendo confiada sus sucesores, hasta el papa Francisco, es cuestión tan capital como la asistencia espiritual de los ejércitos occidentales. Porque son los sacerdotes encuadrados en los vicariatos castrenses quienes sostienen la moral de la tropa, brindan confort espiritual indispensable para la entrada en combate, dan sentido al oficio de las armas, ofician las honras fúnebres por los que dejan su vida y consuelan a quienes les han sobrevivido. Una asistencia que también recibían los pilotos militares argentinos cuando regresaban de los vuelos de la muerte.
Enfervorizar a los guerreros ha sido siempre un factor decisivo en la batalla. Lo explica muy bien Richard Overy en su libro Por qué ganaron la guerra los aliados, donde hace uno de los análisis más perspicaces de la Segunda Guerra Mundial. Aduce que en la guerra es de primera importancia tener a Dios de nuestra parte. Por eso, para un buen amigo periodista el fusilamiento del Sagrado Corazón de Jesús en el cerro de los Ángeles, el 28 de julio de 1936, dejó sentenciada la Guerra Civil al dejar muy debilitada la capacidad de la República para enfrentarse a los enrolados en la cruzada de los requetés o en la yihad de los regulares venidos de África.
Overy refiere cómo hasta en la antigua URSS, donde Dios había sido prohibido oficialmente, la religión renació por necesidades de la Segunda Guerra Mundial. De modo que el día de la invasión alemana el recuperado metropolitano Serguéi, cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa, pidió a los fieles que ayudaran al régimen y concluyó su oración diciendo “¡El Señor nos concederá la victoria!”. Otras fuerzas divisionarias va a necesitar el Papa para imponerse a la curia. Veremos.