Madonna defiende al colectivo gay
Pide a los ‘boy scouts’ que los admitan
De la divina bendición urbi et orbi de Francisco, recién elegido Sumo Pontífice, en la santísima Ciudad del Vaticano, al beso en la boca de Madonna, la mundanal diosa del pop, en la noche del Nueva York pecador.
Así fue el tránsito que la semana pasada experimentó en su cuerpo, y en su espíritu, el periodista Anderson Cooper, ojos azules como faros de una CNN en decadencia. Cooper estuvo reporteando a pie de adoquín en la pla- za de San Pedro. Vio las fumatas negras y la blanca, escuchó el “Habemus Papam”, observó la transformación del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, en el papa Francis –su denominación anglosajona–, y pulsó el estado de ánimo de los creyentes, en especial de los estadounidenses y los argentinos que pasaban por allí; estos últimos, siempre que hablasen inglés.
Eso sucedió el miércoles en el Viejo Continente. El sábado, en el Nuevo Mundo y todavía bajo el efecto el jet lag, se sentó entre los 1.500 invitados –la mayoría hombres, de corbata negra– en el salón del hotel del Marriott Marquis de Manhattan. Era la 24 gala anual y entrega de reconocimien-
tos de la Glaad, la alianza de gais y lesbianas contra la difamación.
Anderson Cooper, de 45 años, salió del armario el pasado verano. Saltó un océano. Navegó de la retórica humilde del nuevo vicario de Cristo, que en su anterior personalidad como arzobispo Bergoglio se opuso a los matrimonios entre personas del mismo sexo, para aterrizar en el encendido sermón de Madonna, la elegida para entregarle el premio por su tarea de promover la igualdad.
Hillary Clinton, ex secretaria de Estado y una de las grandes esperanzas en- tre los demócratas como aspirante a la Casa Blanca en las elecciones del 2016, difundió ayer un vídeo de cinco minutos en apoyo a las bodas gais. La cantante, en sus 11 minutos de intervención, dio un paso más allá.
Se presentó como candidata a una revolución. “¿Estáis conmigo?”, preguntó. “Es el 2013 y vivimos en Estados Unidos, la tierra de la libertad y el hogar de los valientes? Es una pregunta y no una declaración”.
La material girl interpretó uno de sus papeles preferidos, el de la controversia. Apareció en escena vestida de boy scout para criticar la prohibición de aceptar homosexuales en esa organización. En su lucha contra “esa estúpida norma”, ironizó sobre la discriminatoria política de este colectivo.
“Quiero ser un boy scout, pero no me dejan. Yo sabría encender una hoguera, montar una tienda de campaña, tengo un buen sentido de orientación y podría rescatar a los cachorros de los árboles. Y lo más importante –en este momento puso cara de pícara– yo sé cómo scout (explorar) a un boy”.
En un país en pleno debate sobre la igualdad de derechos de los gais y lesbianas y de la lucha por legalizar sus matrimonios, a lo que Obama se mostró partidario en el 2012, la organización de los boy scout está en el punto de mira. En febrero sus dirigentes señalaron que necesitaban tiempo para “deliberar una revisión”. La vigencia de esa segregación de los homosexuales le permitió comparar la situación con la de “los supremacistas blancos lin- chando a los negros en el sur”.
“Cuando pienso en esos críos intimidados y torturados, que creen que su vida no tiene valor porque se sienten solos e incomprendidos, sólo me veo capaz de llorar ríos de lágrimas”, añadió.
Arremetió contra Putin, los talibanes y los iraníes. Reflexionó sobre el miedo al desconocido y “la falsa percepción” de que la tecnología y los medios sociales unen. “Nos aíslan”, afirmó.
Nada ni nadie impidió que recibiera con un beso en los labios y un achuchón al homenajeado. “He tenido muchas bendiciones en mi vida y ser gay es una de las mayores”, confesó Cooper. Lo dijo uno de los bendecidos por el Papa en su primera aparición.