Menos grasas y más frutas y verduras
impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Agència de Salut Pública de la ciudad (ASPB). “Para empezar, trabajamos la valoración de la imagen corporal. Es importante que los niños se valoren, vean que cada uno es diferente y tiene su complexión física, y que los cánones de belleza son relativos...”, mantiene Lucía de la Guía, profesora de cuarto de primaria de la escuela, quien insiste en que es importante trabajar primero la autoestima “porque, si no, a la hora de fomentar una alimentación saludable, los niños con exceso de peso pueden sentirse atacados; se puede dar el efecto contrario al deseado”. Y es que la obesidad genera problemas específicos en el ámbito escolar: “los niños pueden burlarse del niño con problemas de peso y eso afecta a su autoestima y su relación con los demás, su actividad. Además, a la hora de hacer gimnasia o de jugar a fútbol, no lo hará al mismo ritmo que los demás. Eso les crea complejos, se sienten infravalorados”.
El siguiente paso del programa “Creixem Sans” es el de trabajar la alimentación: los grupos de alimentos, la pirámide alimenticia, el proceso de digestión... “Nosotros hemos hecho una pirámide de los alimentos muy grande, con cajas de galletas, cartones de leche… Íbamos clasificando los alimentos y diciendo si eran importantes, si había que comer muchos o no...”. La ASPB facilita a los centros abundante información y materiales –vídeos, fichas...–, todo adaptado para los niños y que permite también mejorar la información que se da a los familiares.
La implicación de los padres forma parte del proyecto. Se les dice, por ejemplo, cómo debería ser un desayuno y un almuerzo saludables –hay estudios que indican que un 8% de los niños acuden a los colegios sin haber desayunado, siendo mayor la prevalencia de obesidad infantil en este grupo de niños y en los que desayunan poco–. “A los padres los convocamos un día, para que vengan en persona. Si no les ves cara a cara, no se lo toman en serio. Luego son los niños los que hacen de mediadores entre la escuela y ellos”, dice De la Guía, cuya escuela tiene también presente la importancia de la actividad física y el descanso para asegurar un crecimiento sano de los niños.
MÁS FRUTA
Otro proyecto que desarrolla la escuela Mediterrània es la iniciativa “A l’escola la fruita entra sola”, en el que los niños de
entre 3 y 12 años comen una vez al mes y en clase algunas frutas de temporada. “Desde que lo hacemos, los niños traen más fruta y bocadillos para almorzar, y no tanta bollería industrial. Antes hacíamos la actividad una vez por semana, pero ahora se hace sólo una vez al mes”.
Este proyecto de fomento del consumo de fruta entre los estudiantes cuenta con recursos de la Unión Europea y está liderado por el departamento de Agricultura de la Generalitat de Catalunya. También participa el de Salud. “Su presupuesto no ha bajado, sino que con la misma inversión damos cobertura a más niños”, matiza Carmen Cabezas, subdirectora general de Promoció de la Salut, quien destaca el trabajo realizado en los últimos años en materia de revisión de los menús escolares: “proponemos a todas las escuelas de Catalunya que se sometan gratis a una revisión de sus menús; se hace un estudio y se les informa de qué aspectos pueden mejorar. Gran parte de las escuelas que lo necesitan mejoran”. Tras revisar la comida que se ofrece en 2.200 escuelas, Cabezas mantiene quque la calidad es “bastante elevada”. Se ofrece pescado como segundo plato una o dos veces semanales –lo recomendado– en el 90% de los casos. La frecuencia ded arroz, pasta, legumbres y verduras como primeros platos es la adecuada en más de ocho de cada 10 escuelas. Y en el 80%80 hay fruta fresca de postre tres o cuatro días por semana. Aunque todavía quedan aspectos por mejorar: según los estudios de la Generalitat, existe aún un excesivo consumo de productos lácteos en el 33% de las escuelas y de carne en el 25%, así como una baja presencia de huevos y ensaladas en el 40% de los menús.