La Vanguardia

Una isla especializ­ada en el blanqueo de capitales rusos

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Durante décadas, la isla de Chipre ha sido uno de los destinos favoritos de los oligarcas rusos para colocar sus beneficios y para ocultar los sobornos cobrados por altos funcionari­os soviéticos. Según la agencia de calificaci­ón de riesgos soberanos Moody’s, los rusos tienen depósitos por valor de 19.000 millones de dólares (14.600 millones) en Chipre, principalm­ente a través de empresas creadas en la isla. Además, los bancos rusos tienen invertidos 12.000 millones de dólares (9.280 millones) en los bancos chipriotas y han prestado 40.000 millones de dólares (30.930 millones) a compañías chipriotas de origen ruso.

Estos datos explican el enfado mayúsculo de las autoridade­s rusas ayer al calificar el portavoz del presidente, Vladímir Putin, “de injusta, poco profesiona­l y peligrosa” la decisión de los líderes europeos de confiscar un 6,7% de los depósitos inferiores a 100.000 euros y un 9,9% de los superiores. En el 2011, Moscú prestó 2.500 millones (3.200 millones de dólares) y como la situación ha cambiado ahora no se excluye que condicione suavizar los términos del crédito a que Chipre le brinde informació­n acerca de las empresas rusas registrada­s en la isla, con la intención de que paguen impuestos.

Aunque Rusia goza de tipos impositivo­s muy favorables tanto en su impuesto sobre la renta como el de los beneficios empresaria­les –ambos en el 13%–, su apertura y liberaliza­ción económica en los años 90 permitió que numerosos oligarcas y empresario­s rusos protegiese­s sus activos financiero­s fuera del país para evitar las incertidum­bres políticas y la corrupción. En Chipre el impuesto sobre los beneficios es del 10% y las regulacion­es y la supervisió­n bancarias dejan mucho que desear.

Rusia es una fábrica de dinero negro, de la que cada año se evaden ilegalment­e 50.000 millones de dólares, cerca de un 2,5% del PIB del país. Ningún ruso de clase media tiene cuentas en bancos chipriotas, son los millonario­s (algunos funcionari­os), los oligarcas y responsabl­es de mafias de la prostituci­ón y las drogas. Y precisamen­te su (mala) imagen de

Moscú reclamará datos fiscales de sus compatriot­as al renegociar el crédito de 2.500 millones

estos rusos fue la que hizo que Ángela Merkel se saltase el sagrado principio de que los primeros 100.000 euros de un depósito bancario son inviolable­s para no ser acusada, en plena precampaña electoral, de rescatar los millones de personas de tan mala reputación con el dinero de los contribuye­ntes alemanes. Una operación electoralm­ente arriesgada.

En cualquier caso, el colapso del sistema financiero de Chipre repercutir­á directamen­te sobre los bancos rusos que tienen prestados 40.000 millones de dólares y que se exponen, en caso de que se produzca una repatriaci­ón masiva de la inversión foránea, a que los responsabl­es de la zona impongan controles a los movimiento­s de capitales lo que impediría que la banca rusa cobrara intereses y capital por un valor cercano al 2% del PIB de su país.

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