La Vanguardia

Más de un año en el hotel

- Quim Monzó

La semana pasada, la Audiencia de Girona juzgó a una pareja acusada de vivir de gorra durante más de un año en un hotel de Pals. No sé si ya ha habido sentencia o no, porque a menudo pasa que los medios de comunicaci­ón dan la noticia inicial de un hecho y luego se olvidan de dar la conclusión, porque el impacto de esta es siempre menor que el de la sorprenden­te descripció­n inicial de los hechos.

No es fácil vivir de gorra en un hotel durante más de un año, y eso sólo ya supone un mérito, independie­ntemente de que el hecho constituya una estafa. Una presunta estafa, perdón. No nos olvidemos del presunta, porque, si no lo pones, das los hechos por demostrado­s y te puede caer un puro. La pareja en cuestión (heterosexu­al y alemana: él se llama Hans Werner Stachowiak y ella, Monika Urka) se fueron un día al hotel Mas Salvi y dijeron a sus propietari­os que les interesaba comprarlo. La ACN lo explica así: “Según las acusacione­s, para hacer más creíble el engaño, la pareja firmó una carta de compromiso de compra por 8,2 millones de euros. A cambio, pidieron que los acogieran gratuitame­nte en el hotel mientras terminaban los trámites. Según la fiscalía y la acusación particular, los procesados vivieron en el hotel Mas Salvi de Pals desde el 31 de marzo del 2009 hasta el 30 de junio del 2010, aunque, según las

Un día se fueron al hotel Mas Salvi y dijeron a sus propietari­os que les interesaba comprarlo

acusacione­s, no tenían dinero para comprar el establecim­iento ni para pagar la deuda de 132.395,27 euros que acumularon”.

Hace más de treinta años se hizo famoso aquel portugués, Francisco Augusto de Saxe-Coburgo, que se dedicaba a hospedarse en hoteles españoles de cinco estrellas y luego pagaba las cuentas con cheques sin fondos. Hasta 3.500.000 pesetas de entonces llegó a estafar. Es evidente que su apellido noble –Saxe-Coburg y Gotha, Saxe-Coburgo e Bragança, Saxe-Coburgo-Gotha e Bragança... – debió ayudarle a que lo miraran con respeto. A otro nivel, son conocidos los casos de algunos escritores caraduras (de todo el mundo, Catalunya incluida) que, llegados a esa edad en la que ya no estás para puñetas, han comido y se han alojado en hoteles y no han pedido nunca pagar la factura, porque ya calculaban que para el hotel resultaría un honor tenerlos como huéspedes. Y efectivame­nte, pasados los años, el hotel puede colgar algún cuadro con su imagen y decir que precisamen­te en aquella mesa cenaba el conocido escritor Fulanito, y que dormía la mona en la habitación 14, cosa que a mucha gente le parece admirable. “¡Fíjate qué importante es este hotel que Fulanito pasaba temporadas!”. Pero la jugada de la pareja alemana es más hábil, porque ellos no aportan ningún prestigio al hotel Mas Salvi e incluso pueden provocar risitas en los que pasan, y el comentario: “Mira, ahí es donde una pareja alemana vivió de gorra más de un año. ¡Qué pardillos los del hotel!”. Siempre presuntame­nte, claro.

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