Apadrina una gallina
Cada vez se adoptan más vacas, gallinas y árboles frutales para tener alimentos de km 0
Tuca y Poca revolotean y campan a sus anchas por los 5.000 metros cuadrados de terreno al aire libre de la granja Els Gallarets, una explotación ecológica de gallinas ubicada en el término municipal de La Pera (Baix Empordà). No son gallinas al uso. Escuchan música clásica mientras se alimentan relajadamente de cereales ecológicos, se rebozan en ceniza y en arena para desparasitarse y curan los cuadros de gastroenteritis que puedan coger por beber agua embarrada con vi- nagre de manzana u homeopatía. Son aves con nombre propio y también con madrina. Eva Lara, una informática de Barcelona afincada desde hace tres años en el municipio vecino de Juià, apadrinó junto a su familia los dos ejemplares en noviembre del año pasado, pocos meses después de que los veterinarios Jack Massachs y Elena Boguñà se animaran a abrir su propia granja con 600 gallinas y optaran, entre otros métodos de comercialización, por la fórmula del apadrinamiento, que actualmente supone
el 20% del total de facturación del negocio. Las gallinas ponen entre 350 y 400 huevos al día, que se venden en mercados, tiendas de productos ecológicos de Girona, La Bisbal d’Empordà o Barcelona, así como en restaurantes o a la treintena de padrinos que como Eva han optado por apadrinar un ejemplar.
A cambio de un dinero que los padrinos pagan al mes, que oscila entre 9 y 17 euros en función de si son una o dos las gallinas apadrinadas, los clientes reciben en casa media docena o una docena de huevos cada semana. Además gozan de descuentos. El apadrinamiento es una manera de personalizar el producto y ayuda a fidelizar al consumidor. Las cosas nos entran por la vista, de modo que cuando comemos una tortilla, uno se puede imaginar la gallina campando, el paisaje que la rodeaba, la música que escucha-