¿La indignación es un espectáculo?
Los conflictos desfilan por los informativos con una voluntad de denuncia y alarmismo. Ya sean colectivos desahuciados, chipriotas estafados por un golpe de estado financiero o vecinos de Flix movilizados, la idea que transmiten las imágenes es de resistencia pero también de indefensión e impotencia. Por acumulación, la empatía de los espectadores se satura. Hay tanta oferta de protestas y denuncias que la televisión acaba limitada a la función de altavoz, con pocas posibilidades de interceder para corregir las causas del problema. La suma hace pensar en lo que, con gran acierto, escribía Michel Lacroix en un ensayo sobre la nueva era de las emociones sin sentimientos: “muchas personas, al no poder llevar a término una acción política grandiosa, se conforman con participar en la cosa públi- ca a través de la pura y simple indignación política”. Esta indignación es real pero se transforma en un cebo de programación. La parrilla multiplica las tertulias de actualidad política y un tratamiento de la actualidad aparentemente combativo pero de una eficacia relativa (y deontológicamente discutible). Según como se guise, la adrenalina de la indignación solo es un pretexto para hacer sensacionalismo o propaganda. A veces parece que estemos asistiendo a una nueva retórica alejada de los tópicos de la transición y de los tiempos de la abundancia y que la opinión publicada esté creando un nuevo lenguaje gremial para épocas de crisis (influido por los contagios de clichés y de inexactitudes propiciados por internet), todavía no sabemos si crítico y subversivo o simplemente dócil y perverso.
Al final, lo que dicen los expertos o las víctimas pasa a ser secundario en comparación con las gafas o las corbatas que llevan. En contraste con esta dispersión de diagnósticos, sorprende la unanimidad televisiva que está generando el Papa Francisco. Ayer, todas las cadenas intentaron informar de la primera misa oficial y el tono general fluctuaba entre la idolatría, el halago y el elogio (la irreverencia llega más tarde, a partir de El intermedio). 13 TV y Intereconomía TV fueron las más madrugadoras en conectar con el paseo del nuevo papamóvil descapotable. En Espejo público (Antena 3), antes de entrar en materia repitieron y comentaron las imágenes del Papa dando un beso a la presidenta argentina Cristina Fernández Kirchner, unas imágenes que destilaban, sin proponérselo, una estética de reportaje robado de Sálvame.