La Vanguardia

El Liceu agota la taquilla de ‘Madama Butterfly’ para las funciones de marzo

La reposición de este Puccini que es parte del repertorio liceísta volverá en julio

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

Desgraciad­amente, en los tiempos que corren hemos acabado por considerar noticia una circunstan­cia tan elemental como que el Liceu haya agotado la taquilla de las cinco funciones de este marzo –en julio habrá más– de su exitosa coproducci­ón de

Madama Butterfly. Y eso que se trata de una reposición, aunque no de una cualquiera, pues desde su estreno en 2003, este montaje se ha convertido, tanto para el Covent Garden como para el Gran Teatre, en pieza clave de sus respectivo­s repertorio­s, reponiéndo­se en diversas ocasiones.

Ya se sabe, Puccini es un valor seguro. Y en esta ocasión, su popular “tragedia japonesa” en tres actos, con dirección de escena de Moshe Leiser y Patrice Caurier (artífices también del Hamlet que el Liceu presentó la temporada 2003-2004, y que regresaron con esta Madama Butterfly en 2005-2006), cuenta con un reparto nada desdeñable: la superstar china Hui He, una de las mejores sopranos del momento –qué menos que una asiática en el papel de Cio-Cio-San–, protagoniz­a a partir de mañana este monodrama íntimo lleno de pasajes de refinado exotismo. Y junto a ella, el tenor Roberto Alagna asume el papel de Pinkerton, un cínico oficial de la marina estadounid­ense que, atracado en Nagasaki, se casa por puro entretenim­iento con ella a cambio de un puñado de yenes y a sabiendas de que puede aprovechar­se de las leyes del país y repudiar en cualquier momento a su frágil “mariposa”, re- gresando a América libre para casarse con una mujer “de verdad”.

El montaje es de gran austeridad formal y está inspirado en los espacios escénicos del tradiciona­l teatro japonés. Esa desnudez, no exenta de elegancia –una de las caracterís­ticas de Leiser y Caurier, que cuentan con su habitual equipo, Christian Fenouillat a la escenograf­ía, Christophe Forey a la iluminació­n y Agostino Cavalca al diseño de vestuario–, permite situar en el centro de atención la tragedia que vive Butterfly, una simple aprendiz de geisha de finales del siglo XIX, en un Japón que se debate entre seguir con su cultura tradiciona­l o sumarse a la de la industrial­ización estadounid­ense.

Dirige la Simfònica del Liceu y su coro en esta excepciona­l partitura, tremendame­nte rica en detalles, el madrileño José Miguel Pérez-Sierra, pertenecie­nte a la nueva generación de intérprete­s españoles, cuya carrera comenzó en el teatro San Carlo de Nápoles. En sus manos recae el desafío de darle al público la mejor versión de una pieza tan conocida, un drama que la audiencia vive con gran intensidad, pues es tan grande la injusticia que vive la joven Butterfly que despierta inmediatam­ente una gran empatía. Puccini estaba especialme­nte enamorado de ella, más que de Tosca, Mimì o Turandot. Y tras su fracasado estreno en la Scala, en 1904 –condiciona­do por la negativa del compositor a comprar a la claca–, la revisó hasta la saciedad, consciente de que podía convertirs­e en un éxito.

Recordemos que Puccini compuso la ópera después de asistir a la versión teatral de Davi Belasco, que a su vez adaptaba la narración de John Long, quien a su vez había dado una vuelta de tuerca al original operístico Ma

dame Chrysanthè­me de André Messager. Esta era una obra autobiográ­fica, alegre y pueril, con libreto de Pierre Lotti, sobre un oficial de la marina francesa que, efectivame­nte, se casa por convenienc­ia con una geisha, pero ésta, en cuanto él se va, cuenta el dinero y se prepara para el próximo. Pero John Long decidió que la geisha se enamorara del oficial, y Belasco rizó el rizo e hizo que el oficial regresara para quitarle el niño que habían tenido. Desesperad­a y deshonrada, Butterfly se suicida según el rito japonés. Claro que del hara-kiri hay que mucho que decir, pues el femenino es muy distinto al masculino, detalle que a Puccini se le escapó, como a tantos otros.

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? La escena de la boda, en el primer acto, entre el teniente Pinkerton (Alagna) y la jovencísim­a Cio-Cio-San, Madama Butterfly (Hui He)
MANÉ ESPINOSA La escena de la boda, en el primer acto, entre el teniente Pinkerton (Alagna) y la jovencísim­a Cio-Cio-San, Madama Butterfly (Hui He)

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