La Vanguardia

El Eurogrupo mantiene el pulso a Chipre y afirma que es un caso único

La zona euro no cede a la presión de Nicosia, que presume de tener alternativ­as

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Lo tomas o lo dejas: es lo que viene a responder el Eurogrupo a la presión de Chipre para revisar a fondo los términos del plan de rescate, en especial la exigencia de recaudar unos 5.800 millones de euros mediante un impuesto a los depósitos bancarios. “Esta es nuestra oferta, una sustancial ayuda de 10.000 millones de euros, eso es lo que deben aceptar”, advirtió ayer Jeroen Dijsselblo­em, presidente del Eurogrupo desde Holanda, cuando ya era evidente que el Parlamento chipriota rechazaría su propuesta.

Chipre parece dispuesto a jugar sus cartas a fondo y mantener la incertidum­bre política actual el tiempo que sea necesario para que la inestabili­dad se sienta también en el resto de países. La zona euro, de momento, lejos de ablandarse, mantiene el pulso a Chipre. Alemania está decidida no sólo a abaratar la factura del rescate obligando a los chipriotas a contribuir, sino sobre todo a dar un castigo ejemplar a sus desmanes financiero­s. Y los gobiernos europeos creen que la isla no tiene alternativ­as realistas a su ayuda ni a la detestada tasa.

El Gobierno chipriota, que ayer votó en contra del plan de rescate que él mismo pactó con el Eurogrupo, sostiene lo contrario. “Tenemos nuestros propios planes... He de admitir que no es algo que la troika se esperara, tampoco nuestros amigos del Eurogrupo”, advirtió en Nicosia, con aire enigmático, el primer ministro Nikos Anastasiad­is. Su ministro de Finanzas, Michael Sarris, llegó ayer a Moscú con el objetivo de negociar con el Gobierno de Vladímir Putin la ampliación del préstamo que firmaron a finales del 2011 y quizás la concesión de un nuevo crédito.

“Pero tenemos más opciones”, aseguran fuentes diplomátic­as chipriotas. Sarris también se reunirá con inversores privados rusos que puedan estar interesado­s en adquirir uno de los bancos de la isla a pesar de su calamitoso estado, o en comprar deuda pública como ocurrió el año pasado, o en invertir en sus flamantes explotacio­nes de gas... No descartan que se eche mano del fondo de reserva de pensiones –como hizo Irlanda– para suavizar el plan de rescate europeo,

Sus reservas de gas les animan a pensar que quizás su futuro no sea tan negro como se lo pinta la UE y los chipriotas deslizan veladas amenazas a los europeos de dar un portazo, quebrar y abandonar el euro... Puede que esta actitud no impresione demasiado a Angela Merkel: ya vivió algo parecido con Grecia y, además, su Gobierno ha defendido durante meses que los problemas de Chipre no tienen naturaleza sistémi- ca. Es decir, que lo que ocurra en la isla no tendrá consecuenc­ias importante­s en el resto de la eurozona. Finalmente, en la dramática reunión del pasado sábado, se impuso la opinión del Banco Central Europeo y Alemania aceptó que Chipre, pese a su reducido tamaño (representa el 0,2% del PIB de la eurozona), importa porque puede desestabil­izar al resto.

Los gobiernos europeos también juegan fuerte y no han dado marcha atrás en la idea de que Chipre imponga una tasa sobre los depósitos bancarios para contribuir a su propio rescate. Parecen convencido­s de que los riesgos que conlleva esta medida –una fuga de depósitos más allá de la isla– son manejables. Aun con todo, Dijsselblo­em creyó ne- cesario aclarar ayer algo que el sábado, al anunciar el acuerdo sobre Chipre, dejó en el aire: “No hay ninguna razón” para que los ahorradore­s de otros países teman por la imposición de una tasa similar sobre sus depósitos bancarios. “No va a ocurrir”, subrayó el holandés. argumentan­do que ningún otro estado de la eurozona se enfrenta a una situación tan “extraordin­ariamente complicada” como Chipre, que es incapaz de hacer frente solo al coste que tendría la quiebra de su enorme sistema financiero.

El Eurogrupo preferiría que la tasa bancaria no cuestionar­a, siquiera indirectam­ente, la validez de la garantía estatal a los depósitos inferiores a 100.000 euros, pero está dispuesto a permitir que Chipre lo haga. Al Gobierno de Anastasiad­is no le salen las cuentas si no reparte la carga entre todos los ahorradore­s. Excluir los depósitos inferiores a 100.000 euros supondría aplicar una tasa a los más ricos más elevada de lo que su dependenci­a del dinero extranjero parece aconsejar a las autoridade­s de la isla.

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BART MAAT / REUTERS Jeroen Dijsselblo­em, presidente del Eurogrupo

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