En catalán y castellano en el Salón de París
Goytisolo, Mendoza, Cercas, Cabré, Pàmies y Monsó, entre los elegidos
Barcelone, ville des prodiges es el título con el que la capital catalana desembarca en el 32.º Salón del Libro de París –del 22 al 25 de marzo– en calidad de ciudad invitada. La categoría, creada dos años atrás, ya recibió a Buenos Aires y a Moscú. Lo de ciudad de los prodigios despierta buenos ecos en Francia, cuyos libreros premiaron años atrás la novela de Eduardo Mendoza, quien, con nuevas traducciones, tiene cita mañana por la mañana con sus lectores. Y la novedad es que el Institut Ramon Llull ha incluido esta vez a autores barceloneses que escriben en castellano, rectificando la política del tripartit, que sólo invitó a escritores de expresión catalana a la feria de Frankfurt dedicada a la cultura catalana. La invitada es ahora Barcelona, no Catalunya.
Habrá seis autores que escriben en castellano: Juan Goytisolo, Eduardo Mendoza, Javier Cercas, Javier Calvo, Alicia Giménez Bartlett y Berta Marsé. El catalán llega a París con Sebastià Alzamora, Jaume Cabré, Maite Carranza, Mercè Ibarz, Salvador Macip, Gabriel Janer Manila, Imma Monsó, Miquel de Palol, Sergi Pàmies, Marc Pastor, Jordi Puntí, Carme Riera y Francesc Serés, trece autores. Y Albert Sánchez Piñol estará presente por su última novela, Victus, escrita originalmente en castellano y cuya traducción catalana sale ahora a la venta.
En el capítulo de ilustradores, Arnal Ballester y tres autores de historietas: Jordi Bernet, Miguel Gallardo y Rubén Pellejero. Y habrá homenajes a Joanot Martorell, Josep Pla, Mercè Rodoreda, Manuel Vázquez Montalbán y Maria-Mercè Marçal.
Para materializar el prodigio hizo falta que a la invitación se sumaran el interés y el apoyo de las instituciones. Por supuesto el del Institut Ramon Llull, que tiene antena en París, el Institut Français de París y Barcelona, el Ayuntamiento, la oficina catalana de Turismo y, en el marco profesional, editores en lengua catalana, el BIEF (oficina internacional de la edición francesa) y el Motif, observatorio del libro y de la escritura en Île-de-France. En los 200 m2 del pabellón hay una surtida librería, con ediciones en catalán, castellano y francés y el espacio café-debate, en el que autores, libreros, editores y traducto- res dialogarán con el público.
Los organizadores reconocen cuatro objetivos principales: “Presentar al gran público la literatura que se hace en Barcelona y especialmente la que se escribe en catalán; apoyar a las editoriales francesas que publican autores catalanes y favorecer el intercambio cultural y profesional; promover el atractivo en todos los ámbitos culturales de Barcelona, una ciudad que atrae escritores del mundo entero, y también franceses y, en fin, reivindicarla como uno de los principales focos de creación literaria en Europa”. El terreno está abonado: en número de traducciones, el fran- cés es la segunda lengua para los autores catalanes. Pero el Ramon Llull también pretende “subrayar la especificidad cultural y lingüística de una ciudad como Barcelona en la que conviven dos lenguas y por lo tanto, dos literaturas, con sus respectivas tradiciones literarias”.
Ese dato, que puede ser novedad para buena parte del público del Salón, no lo es para los profesionales: Francia cuenta con traductores del catalán y traductores del castellano y, en esas dos vertientes, con una clara visibilidad de la literatura que se hace en Barcelona. Y si bien los franceses suelen ser mayoría en el Salón, tanto entre el público como entre los profesionales, este año firmarán ejemplares más de 2.000 escritores extranjeros. En esa cifra hay que incluir por cierto a Carlos Ruiz Zafón, fuera de la embajada catalana, como invitado especial del Salón.