Obama y Netanyahu sintonizan
Los dos líderes aparcan cuatro años ‘fríos’ para relanzar el proceso de paz
Lo primero que dijo Barack Obama al bajar las escaleras del Air Force One fue que “no es casual la elección de Israel” como primer destino en un viaje oficial desde su reelección. El primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, y todo su Gobierno, lo recibieron al pie del avión. El acto fue cordial, con humor e ironía, pensado para que los dos dirigentes sincronizaran sus posturas después de haber librado un duro pulso sobre Palestina y, en menor medida, también sobre Irán.
Obama aprovechó un desliz al seguir una línea roja pintada en el suelo que no llevaba a ninguna parte para decir que “estoy acostumbrado a las líneas rojas de Bibi”, una clara referencia a los límites que el primer ministro israelí le pone sobre el programa nuclear iraní.
Tanto en el aeropuerto como, más tarde, en su visita al presidente Simon Peres en Jerusalén y en la larga conversación con Netanyahu, Obama se presentó como un gran amigo de Israel y se ofreció para lograr la paz en la región. “Los hijos de Abraham y de Sara –dijo en el aeropuerto– realizan hoy el sueño de convertirse en dueños de su destino en su Estado soberano”. Y añadió: “Nos preguntan por qué apoyamos a Israel y contestamos porque tenemos una historia común. Somos pueblos pioneros que decidieron ser libres, democracias que creen en la paz”.
Obama se refirió a Peres como “maestro y tutor”, y el presidente le dijo: “Queremos ver el fin del conflicto con los palestinos, verlos gozar de libertad y prosperidad en su Estado”. Netanyahu también le dijo a Obama que Israel desea la paz con los palestinos y que, en un Oriente Medio tan inestable, la alianza estratégica con EE.UU. es más imperiosa.
Obama utilizó el helicóptero para ir desde el aeropuerto a Jerusalén. Frente a su hotel –el histórico King David– había pacifistas del movimiento Paz Ahora y defensores de la libertad de Jonathan Pollard, un analista de la in- teligencia estadounidense que espió a favor de Israel y que fue condenado a cadena perpetua en 1987.
Obama es el quinto presidente norteamericano que pisa Israel –el primero fue Nixon hace 40 años– y la visita sirve para reanudar las relaciones personales y políticas con Netanyahu. Ninguno de los dos deseaba que el otro ganara las últimas elecciones a las que se han presentado.
Que Obama y Netanyahu sincronicen sus relojes es necesario
EL BÁLSAMO DEL HUMOR El recibimiento en el aeropuerto estuvo salpicado de bromas para romper el hielo PALESTINA Peres y el ‘premier’ reiteran a Obama que desean un acuerdo de paz con los palestinos
para reactivar el proceso de paz con los palestinos, paralizado desde hace cuatro años.
A principios del 2009, poco después de las elecciones en Estados Unidos y antes de los comicios en Israel, Netanyahu se sentó en la oficina que su partido, el Likud, tiene en Tel Aviv y fantaseó sobre Obama: “Ambos estudiamos en Boston, en las mejores universidades. Ambos somos personas cultas, amantes de los libros. Ambos nos expresamos en un inglés muy fluido. No tengo la más mínima duda de que seremos excelentes amigos”.
Pero las cosas no fueron exactamente así. El primer mandato de Obama estuvo lleno de tensión y descalificaciones. En las últimas presidenciales, Netanyahu apostó por el rival de Obama y amigo suyo de toda la vida, el republicano Mitt Romney. Ahora, los dos se han vuelto a encontrar y han programado nueve horas de reuniones cara a cara.
La seguridad en torno a la visita es enorme. Unos 20.000 agentes blindan Jerusalén. Hay planes de contingencia para posibles atentados, secuestros e incluso un magnicidio. La Bestia, como se conoce al coche oficial del presidente estadounidense, tiene línea directa con el Pentágono y bolsas de sangre por si Obama necesita una transfusión. El blindaje resiste impactos de misiles, tanques y ataques químicos.
Precisamente los ataques químicos centraron parte de las conversaciones de ayer, ante las informaciones que apuntan a que el régimen sirio habría utilizado gas mostaza contra la oposición. Netanyahu pidió a Obama que impida a cualquier precio que las armas químicas lleguen a grupos islamistas radicales.
La prioridad del Gobierno israelí, sin embargo, es el desafío nuclear iraní. No por casualidad, nada más aterrizar, Obama visitó una batería del sistema antimisiles Cúpula de Hierro, que proporcionan a Israel un escudo protector muy eficaz. Yehuda Gur, uno de los responsables del proyecto, explicó a La Vanguardia que este sistema, probado en noviembre durante la última guerra de Gaza, tiene una efectividad superior al 90%.
Netanyahu, como no podía ser de otro modo, tratará de acordar con Obama una nueva línea roja que, en caso de que sea cruzada por los iraníes, deje como única alternativa el ataque militar.
El primer ministro enseñó a Obama informes de inteligencia según los cuales Irán no cree realmente que Occidente vaya a atacar, del mismo modo que deja a Corea del Norte en paz con sus pruebas atómicas. Por eso pidió un calendario para iniciar los preparativos militares para una ofensiva aérea. Horas antes de partir de Washington, Obama se reunió con líderes judíos y se adelantó a esta petición, afirmando que no quiere sacar pecho y lanzar amenazas con tal de satisfacer a Netanyahu. Fuentes anónimas de la Casa Blanca también filtraron, no por casualidad, que la inteligencia israelí se ha equivocado muchas veces en su previsión del calendario nuclear iraní.
En Jerusalén ambas partes intentan ahora sincronizar los relojes sobre Irán.