La Vanguardia

La nueva ‘pax’ americana pasa por Riad

Kerry maquilla el plan saudí del 2002 para hacerlo aceptable ante Netanyahu

- HENRIQUE CYMERMAN Jerusalén. Correspons­al

Tanto Obama como Netanyahu saben que esta puede ser su última oportunida­d de llegar a un acuerdo

En las últimas semanas, el presidente estadounid­ense, Barack Obama, y su nuevo secretario de Estado, John Kerry, debatieron durante horas sobre cómo desbloquea­r el punto muerto en el que se encuentran las relaciones entre israelíes y árabes. El presidente opina que tiene algo en común con el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu: para ambos, los próximos años pueden ser su última oportunida­d.

Obama quiere intentar convencer a la opinión pública israelí –por encima de la cabeza de Netanyahu– de que la paz y el compromiso con los palestinos es en su propio interés nacional; que lo dice como amigo y que, tal como declaró un destacado periodista judío estadounid­ense muy allegado a la Casa Blanca, “Obama es el presidente más judío de la historia de Estados Unidos”.

El presidente, que ya vivió en sus propias carnes cuatro años de dialéctica y tensión con Netanyahu y con el líder palestino, Mahmud Abas, tiene una visión más pesimista, quizás más pragmática. Kerry, a pesar de todo, le convenció de que esta es la prioridad para la política exterior estadounid­ense, y que hay que hacer todos los esfuerzos para lograr un acuerdo entre palestinos e israelíes en los próximos años.

El secretario de Estado llegó a Jerusalén un día antes que Obama y, cuando este se marche de la región el sábado por la mañana, él volverá a la ciudad para cimentar un nuevo puente diplomátic­o entre Ramala y Jerusalén. En su maletín lleva el llamado plan de paz árabe, ratificado varias veces por la Liga Árabe y conocido anteriorme­nte como el plan saudí del 2002. Ayer Abas pidió nuevamente a la Liga Árabe que respalde esta iniciativa en su reunión de la semana próxima en Qatar. Kerry le ha hecho un lifting al proyecto saudí y pretende colocarlo sobre la mesa de forma directa y resucitar, así, una de las iniciativa­s más ambiciosas de la historia del proceso de paz en Oriente Medio. Y no quiere hacerlo por medio de la UE o de la Liga Árabe, sino como iniciativa de la Administra­ción Obama. Kerry, que considera que la reanudació­n del diálogo israelo-palestino mejorará la situación de EE.UU. en el mundo islámico y permitirá la toma de decisiones muy significat­ivas en el desafío nuclear iraní y la cuestión siria, logró que Obama le diera una oportunida­d. Según pudo saber La Vanguardia, el presidente acabó contagiado del entusiasmo de Kerry y le dio luz verde. La iniciativa saudí podría convertirs­e, pues, en la iniciativa presidenci­al.

El plan del rey saudí del 2002 no es un documento cerrado sino una declaració­n de intencione­s sobre cómo llegar a la paz global de golpe. Si Israel resuelve los conflictos territoria­les con sirios, palestinos y libaneses, podría establecer relaciones diplomátic­as no sólo con los países de la Liga Árabe, sino con todos los estados islámicos –57, excluyendo solamente a Irán–, que estarían dispuestos a reconocer al Estado de Israel. Para ello es necesario negociar aspectos como la vuelta a las líneas fronteriza­s de 1967, anteriores a la guerra de los Seis Días; la solución acordada entre las dos partes sobre el problema de los refugiados palestinos basándose en la resolución 194 de la ONU, y el estatus de Jerusalén Oriental como capital de la futura Palestina, entre otros temas.

No se trata de un ultimátum y el rey saudí declaró en el 2002 que todo estaba abierto a la negociació­n. Kerry dejó claro que Washington pretende “adaptar” el plan a las actuales revolucion­es en el mundo árabe y a la realidad cambiante en los territorio­s palestinos. Por ejemplo, según pudo saber este diario, el secretario de Estado opina que, contrariam­ente al documento original que habla de las fronteras de 1967 como base de negociació­n, los palestinos tendrían que aceptar el principio de intercambi­o de territorio­s. Es decir, el reconocimi­ento de tres grandes bloques de asentamien­tos como parte de Israel y, a cambio, la entrega a los palestinos de un área equivalent­e.

Durante su visita, Obama y Kerry pretenden verificar las posiciones israelíes y palestinas sobre esta cuestión sabiendo que, en el nuevo Ejecutivo israelí, Netanyahu y los centristas Yair Lapid y Tzipi Livni es posible que estén dispuestos a aceptar ciertas partes del plan, aunque se encontrará­n con la oposición de varios ministros, entre ellos el nuevo responsabl­e de Defensa, el halcón Moshe Yaalon.

La semana pasada Kerry se encontró en Riad con el presidente palestino, le presentó el plan y pi- dió a Arabia Saudí que, junto a Egipto y Jordania, apoye a la debilitada Autoridad Nacional Palestina. Sólo con ese apoyo Abas podría aceptar concesione­s, como en el tema de los refugiados. Kerry también pidió a Riad que financie las infraestru­cturas del futuro Estado palestino, ya que la crisis impide que lo hagan Europa y EE.UU. Una de las ideas barajadas en la Secretaría de Estado es invitar al presidente israelí, Shimon Peres, a pronunciar un discurso ante la Liga Árabe o un gesto de la misma magnitud.

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JASON REED / REUTERS Protocolo. Obama presenta a su secretario de Estado, John Kerry, al presidente israelí, Shimon Peres, en Jerusalén

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