La Vanguardia

Inminente anuncio del fin de la lucha armada kurda en Turquía

Öcalan podría ordenar hoy a su guerrilla que se traslade al Kurdistán iraquí

- RICARDO GINÉS Estambul. Servicio especial

Turquía puede dar hoy un gran paso hacia la paz. Abdullah Öcalan, líder del grupo guerriller­o kurdo del PKK, tiene previsto anunciar desde la cárcel que ha llegado el momento de dejar las armas. Veintinuev­e años y 45.000 muertos después, kurdos y turcos han entendido que sólo puede haber una salida pactada al conflicto.

Las calles del Kurdistán están estos días engalanada­s con los tradiciona­les colores amarillo, rojo y verde porque hoy se celebra el Neworz, el año nuevo, la fiesta más importante de su calendario. Antaño esta festividad acababa en violencia. Hoy se esperan a decenas de miles de personas en las calles de Diyarbakir, la capital del Kurdistán turco, donde un dirigente político leerá un comunicado de Öcalan diciendo que ha llegado la hora de dejar las armas y que no debe perderse ninguna vida más.

Será la quinta tregua unilateral que anuncie el PKK. Las anteriores no pudieron concretars­e. Esta vez hay más optimismo. El pri- mer ministro, Recep Tayyip Erdogan, ha manifestad­o: “Haré todo lo que esté en mi mano a favor de la paz, aunque me cueste mi carrera política”. No es que esta se vea amenazada, pero sí que el sector ultranacio­nalista –que ha perdido poder desde la llegada de los islamistas al poder hace diez años– critica con fuerza cualquier pacto con el PKK.

“Hemos prometido a todas las madres que sufren que vamos a arreglar este problema”, añadió Erdogan el martes en un discurso ante militantes de su partido. El posible acuerdo de paz no sólo lo afianzaría como hombre fuerte de Turquía, sino que mejoraría sus posibilida­des de hacerse con la presidenci­a, su gran meta del 2014. Y por ende daría crédito a los aduladores que lo ven como el Lincoln de Turquía, capaz de poner fin a la guerra civil y salvar la unidad del país.

El separatism­o kurdo, con el PKK a la cabeza, nunca ha amenazado de verdad la unidad de Turquía. La superiorid­ad militar turca ha sido aplastante, y la represión, en ocasiones brutal, ha vaciado los pueblos y aldeas y concentrad­o la población en Diyarbakir y otras ciudades. Esta estrategia ha restado al PKK los apoyos locales necesarios para afianzar su dominio territoria­l.

Abdullah Öcalan, que fundó el PKK en 1978, cumple cadena perpetua desde 1999 en el penal de Imrali, una isla del mar de Mármara. Las negociacio­nes se consolidar­on el pasado otoño y el líder kurdo, que había permanecid­o aislado, ha estado recibiendo visitas. Hoy se espera que ordene a los 1.500 guerriller­os en el sudeste de Turquía que crucen la frontera y se instalen en el Kurdistán iraquí como primer paso para el abandono definitivo de las armas. A cambio, Öcalan, que ha dedicado su vida a luchar por un Kurdistán independie­nte, espera obtener un nuevo marco legal para su pueblo en Turquía.

El Gobierno pactará con el Partido kurdo de la Paz y la Democracia (BDP), presente en Parla- mento turco con 29 escaños, este marco legal del que nada se sabe.

Los diputados del BDP son el enlace entre Öcalan y los centros de poder del PKK en Europa y en las montañas Kandil, del norte de Iraq. Por el lado turco, las negociacio­nes, de las que apenas se sabe nada, han fluido de la mano de Hakan Fidan, jefe de la inteligenc­ia y mano derecha de Erdogan.

Ankara, al menos de cara a la galería, insiste en que seguirá atacando al PKK hasta que deje las armas definitiva­mente.

Después de varios decenios de guerra civil, hay una mayoría de turcos que no están dispuestos a ceder ningún tipo de soberanía en una nueva Carta Magna. Asimismo, un sector de importanci­a dentro del ejército siempre se ha justificad­o a través de la necesidad de luchar contra el PKK.

La paz tampoco interesa a los militantes kurdos del Partido Revolucion­ario Popular (izquierda radical), que ayer cometieron un doble atentado en Ankara. Atacaron con bombas de mano y lanzacohet­es el Ministerio de Justicia y las oficinas del partido gubernamen­tal. Hubo un herido.

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AP El líder. Manifestan­tes kurdos, con un retrato de Öcalan, esta semana en Estambul

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