Tensiones coreanas
DOS bancos y tres televisiones de Corea del Sur sufrieron ayer ciberataques que paralizaron sus sistemas informáticos. Las autoridades de Seúl no tienen pruebas para asegurar que los orquestó Corea del Norte. Pero ataques anteriores contra otras instituciones oficiales y financieras sí han sido atribuidos al régimen de Pyongyang.
Estos hechos se inscriben en un creciente clima de tensión entre los dos países. Días atrás, Corea del Norte derogó el armisticio que, hace medio siglo, puso fin a la guerra de Corea (1950-1953), primer gran conflicto armado de la guerra fría. Asimismo, cortó el teléfono rojo que mantenía con Corea del Sur. Entre tanto, Corea del Sur y Estados Unidos celebran maniobras militares, y Corea del Norte desarrolla las suyas. Todo ello se relaciona con la adopción de nuevas sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU al régimen de Pyongyang, después de que efectuara amenazadoras pruebas nucleares. La evolución de esta crisis es impredecible.
La opinión más extendida en Occidente es que asistimos a nuevas bravuconadas de Corea del Norte. No parece que su programa nuclear esté avanzado como para que sus proyectiles alcancen EE.UU. Ni que le interese abrir un conflicto con el vecino del sur. Pero eso no significa que deban desoírse las amenazas norcorea- nas. La historia está salpicada de episodios en los que Corea del Norte atacó Corea del Sur. En el 2010, una explosión en un navío de guerra surcoreano –atribuida por fuentes de este país a un torpedo norcoreano– causó la muerte de medio centenar de marinos.
El equilibrio en Extremo Oriente es precario. El régimen de Seúl cuenta con el apoyo de EE.UU., que mantiene el compromiso de defender a aliados como la propia Corea del Sur o Japón, en caso de agresión exterior. Corea del Norte cuenta con el tácito apoyo de China; sin embargo, este país ha pedido diálogo para resolver las diferencias entre las dos Coreas. Aun así, la rivalidad entre EE.UU. y China existe, y añade un factor de inquietud suplementario a las tensiones coreanas.
Tanto Corea del Norte como Corea del Sur tienen nuevos líderes: Kim Jong Un y Park Geun Hye. Y todo nuevo liderazgo norcoreano propicia una fase de inflamación nacionalista, pleitesía al poderoso ejército y retórica belicosa. A su vez, aumenta en Corea del Sur el número de partidarios de desarrollar un programa nuclear propio, espoleados por las amenazas del vecino.
Así las cosas, conviene mantener la serenidad y apostar por la diplomacia. Porque quizá el riesgo de un conflicto global sea limitado. Pero no lo es el de peligrosas escaramuzas fronterizas entre las dos Coreas.