Los déficits democráticos
Ya no hay manos invisibles en Europa como las que propiciaron el nacimiento de una sociedad ordenada, próspera y democrática, a partir del interés nacional de cada país. La genialidad de Monnet funcionó como un reloj mientras los estados iban cediendo competencias creando una cohesión que beneficiaba tanto a los que más recibían como a los que más daban.
Un paralelismo histórico indica que quienes más ventajas directas obtuvieron del plan Marshall fueron alemanes, franceses, italianos, británicos y cuantos se acogieron a la ayuda masiva de Estados Unidos para reconstruir la Europa devastada por la guerra. Pero los grandes beneficiados fueron los norteamericanos, que dinamizaron su economía, que también estaba estancada por su participación en la Segunda Guerra Mundial.
Si algún país ha salido fortalecido por la caída del Muro y por los cambios en Europa en los últimos veinte años ha sido Alemania. Fue el canciller Kohl el que más arriesgó impulsando la unidad alemana y fomentó, de la mano de Mitterrand, la creación
Experimentos como los de Chipre convierten los déficits presupuestarios en déficits democráticos
del euro. Alemania seguía atemorizada por su responsabilidad en las dos guerras mundiales en el siglo XX. Pero la unificación y su hegemonía económica en Europa le devolvieron la confianza para marcar sin complejos las directrices de la economía, las finanzas y la política europea.
Con el objetivo de salvar el euro se pierde la complicidad de los ciudadanos. Como señala Charlemagne en The Economist, los déficits presupuestarios están amplificando los otros déficits, el más importante de los cuales es el déficit democrático. Señalar a Chipre para establecer un nuevo tipo de rescate que afecta directamente el bolsillo de los impositores, nacionales o extranjeros, es romper la baraja por el punto más débil. Chipre tiene 800.000 habitantes y representa el 0,2% del producto interior bruto europeo. Si se han entregado, no me atrevo a decir dilapidado, casi 20.000 millones para salvar las irresponsabilidades de Bankia, ¿no se podía dedicar la mitad para que no explotara Chipre? No se entiende.
Los grandes conflictos en Europa empiezan por incidentes insignificantes o reversibles. Sarajevo en 1914 o Polonia en 1939. El problema de fondo, a mi juicio, es que el nacionalismo de los estados se impone por razones electorales o nacionales a los intereses que tendrían que gestionarse con visión amplia y generosa, democrática, desde las máximas instituciones de la Unión Europea.
California, pongamos por caso, está en quiebra. Pero no pasa nada porque la Reserva Federal y el Gobierno de Washington suplen las carencias. Este federalismo que funciona en EE.UU. habría que aplicarlo también en Europa. Es la única salida para que no caigamos todos otra vez en el pozo de los conflictos endémicos que han recorrido Europa a lo largo de los siglos.