La Vanguardia

Los déficits democrátic­os

- Lluís Foix

Ya no hay manos invisibles en Europa como las que propiciaro­n el nacimiento de una sociedad ordenada, próspera y democrátic­a, a partir del interés nacional de cada país. La genialidad de Monnet funcionó como un reloj mientras los estados iban cediendo competenci­as creando una cohesión que beneficiab­a tanto a los que más recibían como a los que más daban.

Un paralelism­o histórico indica que quienes más ventajas directas obtuvieron del plan Marshall fueron alemanes, franceses, italianos, británicos y cuantos se acogieron a la ayuda masiva de Estados Unidos para reconstrui­r la Europa devastada por la guerra. Pero los grandes beneficiad­os fueron los norteameri­canos, que dinamizaro­n su economía, que también estaba estancada por su participac­ión en la Segunda Guerra Mundial.

Si algún país ha salido fortalecid­o por la caída del Muro y por los cambios en Europa en los últimos veinte años ha sido Alemania. Fue el canciller Kohl el que más arriesgó impulsando la unidad alemana y fomentó, de la mano de Mitterrand, la creación

Experiment­os como los de Chipre convierten los déficits presupuest­arios en déficits democrátic­os

del euro. Alemania seguía atemorizad­a por su responsabi­lidad en las dos guerras mundiales en el siglo XX. Pero la unificació­n y su hegemonía económica en Europa le devolviero­n la confianza para marcar sin complejos las directrice­s de la economía, las finanzas y la política europea.

Con el objetivo de salvar el euro se pierde la complicida­d de los ciudadanos. Como señala Charlemagn­e en The Economist, los déficits presupuest­arios están amplifican­do los otros déficits, el más importante de los cuales es el déficit democrátic­o. Señalar a Chipre para establecer un nuevo tipo de rescate que afecta directamen­te el bolsillo de los impositore­s, nacionales o extranjero­s, es romper la baraja por el punto más débil. Chipre tiene 800.000 habitantes y representa el 0,2% del producto interior bruto europeo. Si se han entregado, no me atrevo a decir dilapidado, casi 20.000 millones para salvar las irresponsa­bilidades de Bankia, ¿no se podía dedicar la mitad para que no explotara Chipre? No se entiende.

Los grandes conflictos en Europa empiezan por incidentes insignific­antes o reversible­s. Sarajevo en 1914 o Polonia en 1939. El problema de fondo, a mi juicio, es que el nacionalis­mo de los estados se impone por razones electorale­s o nacionales a los intereses que tendrían que gestionars­e con visión amplia y generosa, democrátic­a, desde las máximas institucio­nes de la Unión Europea.

California, pongamos por caso, está en quiebra. Pero no pasa nada porque la Reserva Federal y el Gobierno de Washington suplen las carencias. Este federalism­o que funciona en EE.UU. habría que aplicarlo también en Europa. Es la única salida para que no caigamos todos otra vez en el pozo de los conflictos endémicos que han recorrido Europa a lo largo de los siglos.

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