Los bancos y las cuentas del Gran Capitán
Bancos y cajas iniciaron a finales de los noventa una carrera por colocar hipotecas con ofertas a cual más agresiva: un diferencial de 0,5% sobre el Euribor era un tipo de interés normal, que, buscando ofertas, se podía bajar aún más, hasta el 0,17%. Con el Euribor en el 3,8% (en 2006) quizás a los bancos les podían salir las cuentas, pero con la caída del Euribor de los últimos años, que lo ha dejado en el 0,54%, ya no: lo que cobran los bancos por las hipotecas a 30 años a los afortunados hipotecados que no tenían cláusula suelo en sus contratos es menos que lo que tienen que pagar a los clientes para conseguir que les dejen su dinero en un depósito a un año.
Los bancos, sin embargo –y a partir del 2008 también las cajas– quisieron asegurarse contra el daño que les podría causar un descenso del Euribor... sin perjudicar su posición comercial en la guerra de ofertas para captar hipotecas. Y colocaron cláusulas suelo (que en general impiden que el cliente pague en su hipoteca un interés inferior al 3%), en muchos casos de tapadillo. Esa falta de transparencia, precisamente, es la que considera el Supremo que debe conllevar la nulidad de los suelos.
Los bancos, desde que las asociaciones de consumidores llevaron las cláusulas suelo a los tribunales, han buscado otras vías para mantener sus ingresos: han subido los diferenciales, que ahora rondan el 3% sobre el Euribor (excepto para las hipotecas que conceden a quienes compran sus propios pisos). Un nivel, por cierto, similar al del resto de los países de la UE, que nunca entendieron como a la banca española le salían las cuentas.