La dieta como fórmula para llegar a la felicidad
Ayer fue el primer día internacional de la Felicidad, y aunque los tiempos no invitan a grandes jolgorios, está bien que se le dedique un día. A fin de cuentas, y como dice la ONU, la felicidad es en teoría el principal objetivo del ser humano. Por desgracia, no existen fórmulas mágicas comestibles para la felicidad, pero sí es cierto que la dieta puede ser de gran ayuda. Y no sólo porque comer proporciona un placer inmediato y, por ello, una pequeña porción de felicidad, sino porque los nutrientes intervienen de forma clara en el correcto funcionamiento de nuestro cerebro y, por tanto, queramos o no, de nuestra felicidad.
Sin ir más lejos, lo que comemos puede influir en el nivel de serotonina. La serotonina es un neurotransmisor relacionado, entre otras cosas, con el estado de ánimo y el ritmo del sueño, que se sintetiza a partir de un aminoácido que es el triptófano y que procede básicamente de la dieta. Es interesante, pues, que nuestra dieta tenga alimentos que aporten triptófano como son los huevos, las legumbres, la carne o la leche. También alimentos que contengan magnesio, pues es un elemento indispensable para que el triptófano se convierta en serotonina. De ahí que los alimentos ricos en magnesio, como son los frutos secos o algunas frutas como el plátano, sean muy interesantes en este aspecto. Lo mismo que los alimentos ricos en vitamina B6, porque también está implicada en todo este proceso. Y los cereales integrales, la levadura de cerveza o el germen de trigo.
Otro aspecto importante para sentirse bien es que nuestra glucemia se mantenga en niveles óptimos. Esto es incompatible con dietas demasiado restrictivas y/o pobres en carbohidratos o con ayunos prolongados. De la misma manera que una dieta pobre en hierro también influye negativamente. Atención al alcohol, porque en dosis excesiva impide la absorción de diversas vitaminas, entre ellas las del grupo B, importantísima para nuestro bienestar.