Una novedad en el tablero político

LA abdicación del Rey, una vez la noticia ha sido interiorizada por los ciudadanos, empieza a percibirse como el primer paso para impulsar las reformas necesarias en España. Una de las pocas personas que conocían la intención de don Juan Carlos ha contado que, con la intensa actividad mantenida por el Monarca durante el último mes, cuando ha visitado seis países del golfo Pérsico, ha querido enviar el mensaje de que tomaba su decisión encontrándose en perfecta forma. O, dicho de otra manera, que no era un problema de salud lo que motivaba su renuncia, sino que era una cuestión política lo que le había llevado a pasar el testigo al príncipe Felipe. Don Juan Carlos quiso comunicar al país que, para superar la crisis institucional y política que vive España, era necesario dar paso a una nueva generación que ha crecido en un régimen de libertades y que está llamada a reformar una democracia que se ha acabado apoli- llando en el armario de nuestra historia más reciente.

En esta línea, diferentes autores, entre ellos Javier Cercas, han escrito que el verdadero dilema al que se enfrenta España no es el de monarquía o república, sino el de una democracia desgastada u otra de alta calidad. Son momentos de impulsar reformas en profundidad dentro del sistema político para que responda a las demandas de la sociedad. Es cierto que la erosión del sistema ha hecho perder confianza en la Corona, y ha sido castigada en las encuestas como un elemento más de la estructura de poder. Pero puede ser de nuevo un factor de estabilidad. El acceso a la jefatura del Estado del Príncipe supone una novedad en el tablero político. Gobierno y Parlamento deberán moverse cuanto antes para que el mensaje reformista no quede sólo en la banda sonora de una oportunidad perdida.