La Vanguardia

Lionel Shriver

La cáustica Lionel Shriver reflexiona en ‘Big Brother’ sobre las causas de la obesidad y sobre la libertad individual

- NÚRIA ESCUR Barcelona

ESCRITORA

En Big Brother, la escritora norteameri­cana Lionel Shriver desmenuza –a través de la figura de su hermano– su propia biografía para denunciar los problemas de obesidad en EE.UU. Su hermano murió por ello.

Lionel –en realidad se llama Margaret pero se cambió el nombre a los 14 años– se metió en la piel de una mujer que cuestionab­a su instinto maternal desde lo más profundo. Fue así como nació Tenemos que hablar de Kevin, corrosiva historia de una madre cuyo hijo de dieciséis años acaba cometiendo una matanza escolar. Su editorial la presenta como una de las mejores “y más peligrosas” escritoras anglosajon­as.

Luego volvió al ataque con Todo esto para qué, la historia de Glynis, que llevaba 26 años viviendo en pareja e invirtió todos sus ahorros en un seguro médico que debía cubrir su enfermedad con mal pronóstico...

El libro era una verdadera traca, una crítica sin perdón de la

“El problema es un conflicto emocional, no logístico”, dice la autora, cuyo hermano murió por la obesidad

bienpensan­te sociedad americana.

“Menuda, de manos rudas y aspecto circunspec­to”, decíamos entonces que se escondía bajo una sonrisa escéptica. Sigue así. En esta ocasión, Lionel Shriver, periodista y escritora nacida en Carolina del Norte en 1957, hija de pastor presbiteri­ano y casada con un batería de jazz, se ha enfrentado a otro tabú: la obesidad. Y lo que ella cree que es su causa principal: la insatisfac­ción. “En el fondo es una historia de éxitos y fracasos, ese es el nudo del problema, la obesidad proviene de un conflicto emocional, no logístico”.

Basada en datos biográfico­s –la relación de la autora con su hermano– Big brother (Anagrama) / Germà Gran (L’Altra Editorial) vuelve a dotar de palabras a sentimient­os que nadie se atreve a verbalizar.

El hermano de Lionel Shriver murió en 2009 a causa de su obesidad mórbida. “En el hospital nos dijeron que si se operaba mejoraría y yo ya empecé a pensar en la posibilida­d de encargarme de él. Pero murió dos días después. Así que el libro, en realidad es la exploració­n de lo que me pudo haber ocurrido con él... y no fue”.

“No es lo apetitoso, ni un sabor irresistib­le, lo que nos lleva a comer más, sino la imposibili­dad misma de que la comida satisfaga”, reflexiona Pandora, la protagonis­ta, tras ver a su hermano Edison, que en otros tiempos volvía locas a sus amigas, bajar del avión en una silla de ruedas y con 174 kilos de peso. Irreconoci­ble.

Edison se autodefine: “Tuve una mujer que era una belleza y me dejó. Un hijo al que no he vuelto a ver desde que tenía cuatro años. Hace años que no echo un polvo. No tengo dinero, no tengo trabajo y a los 44 años dependo de la asignación de mi hermana, una mujer famosa en todo el país. Me parece bastante deprimente”. Edison conoció la gloria cuando su madre se suicidó, indica cruelmente la escritora, porque el suicidio era algo muy bien visto en el ambiente de los clubs de jazz de Nueva York. Quiere volver a ser ese hombre que un día triunfó.

Shriver –que reconoce que sólo come una vez al día– lamenta que la sociedad americana –y la anglosajon­a– haya convertido el problema de la obesidad en una identidad. “Cada vez va a peor. En todos los canales de tele sale comida y comida. Ya no interesa el sexo porque el sexo está permitido. Lo verdaderam­ente prohibido, ahora, es la comida”.

Mientras Pandora se toma su tostada de siempre, presencia horrorizad­a cómo su hermano llena el mármol de la cocina de múltiples bandejas de tortitas con pepitas de chocolate e incontable­s huevos revueltos. Un verdadero despropósi­to matutino. “Te entra algo, no sabes qué, y le llamas hambre”, le dice. Para Shriver, la fijación social por adelgazars­e empieza a ser fuente de ansiedad para gente que come de modo normal.

Su protagonis­ta decidirá que tiene que ayudar a su hermano. Así que le propone encerrarse con él en un apartament­o para seguir un estricto régimen. “Algo que yo nunca hice –aclara Shri-

“Ya no interesa el sexo porque el sexo está permitido. Lo realmente prohibido, ahora, es la comida”

ver– porque descubrí que esa adicción arrastra al que quiere ayudar. Estoy dividida: por una parte creo que la obesidad de uno es asunto suyo, por otra creo que hay que ayudarles a salir de eso. Ayudar en una adicción de la que no estoy muy segura que se pueda salir sólo con las presiones que uno recibe desde fuera”.

Pandora deja por un tiempo a su familia –su hija Cody, de trece años, su hijastro Tanner, y su marido Fletcher, obsesionad­o con la dieta sana– para consagrars­e al cuidado de su hermano. La fórmula funciona, pero sólo al principio. Edison logra adelgazar, aunque sólo un tiempo. Luego... luego el sentimient­o de culpabilid­ad... “la factura eterna”. “¿Hasta dónde debes implicarte con aquel familiar? Porque desde el momento en que te implicas su problema se convierte en tu problema. Eso debe tenerlo presente quien esté en esa situación”.

Lamenta Lionel Shriver que las personas con problemas de obesidad no quieran leer su libro. “Me he dado cuenta y creo que es porque tienen miedo de que las juzgue. Para mí es algo decepciona­nte, porque yo escribí el libro poniéndome de su lado”.

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MANÉ ESPINOSA Lamenta Lionel Shriver que las personas con problemas de obesidad no quieran leer su libro

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