Europa y Oriente Medio
Yossi Beilin analiza la situación entre Israel y Palestina, y señala a Europa como responsable del marasmo: “El fracaso de John Kerry es el fracaso de Europa, que le dio la exclusividad para encauzar con éxito el proceso de paz. Cuando ahora Estados Unidos habla de hacer una pausa y centra su interés económico y político en Asia, Europa no se puede quedar de brazos cruzados”.
Inmediatamente después de las últimas elecciones israelíes de enero del 2013, importantes líderes europeos sintieron la necesidad de reactivar las negociaciones entre israelíes y palestinos. Como se partía de que Netanyahu iba a ganar, se sabía que no podía continuar paralizado el proceso de paz ni se podía permitir que se siguiera construyendo colonias en los territorios palestinos. Se hablaba de una iniciativa europea, la cual fue tema de debate en la campaña electoral israelí, e incluso algunas personas del bloque pacifista les decían a los votantes que tuvieran en cuenta la impaciencia de la comunidad internacional ante el bloqueo de las negociaciones y que era mejor preparar una iniciativa israelí frente a la previsible iniciativa europea.
A principios del 2014, tras las elecciones en Estados Unidos y el nombramiento de John Kerry como secretario de Estado, este recibió de Obama luz verde para mediar entre israelíes y palestinos con el fin de alcanzar un acuerdo definitivo. Kerry visitó Europa, se encontró con los líderes de Alemania, el Reino Unido y Francia, y les pidió que no propusieran iniciativa alguna ya que él mismo iba a presentar una en breve. Kerry se sorprendió de la facilidad con la que había logrado convencer a los europeos de que renunciasen a presentar su propuesta, pero Europa estaba muy ocupada en resolver sus problemas económicos y se alegraba de pasar la carga de Oriente Medio a los hombros de un Kerry entusiasmado.
El fracaso de Kerry es el fracaso de Europa, que le dio la exclusividad para encauzar con éxito el proceso de paz. Cuando ahora Estados Unidos habla de hacer una pausa y centra su interés económico y político en Asia, Europa no se puede quedar de brazos cruzados, dado que Oriente Medio es área de influencia de Europa y, por tanto, le interesa mucho evitar un estallido de violencia entre israelíes y palestinos.
Europa se encuentra ante dos dilemas: uno es si continuar ayudando económicamente a la Autoridad Palestina. La economía palestina no mejora y depende mucho de las ayudas de la comunidad inter- nacional. Este apoyo financiero es sin duda una ayuda para los palestinos, pero indirectamente supone también una forma de mantener el statu quo, ya que Israel se ha liberado así desde hace veinte años de la carga económica que suponía la ocupación. En cambio, si cesa la ayuda económica de Europa y se desmorona la Autoridad Palestina, se crearía una situación nueva que afectaría a la continuidad de la ocupación en Cisjordania. Aparte de esto, la situación económica de Europa debería hacer que se replantease una financiación que parece no tener fin.
El otro dilema tiene que ver con Hamas. El acuerdo firmado entre Al Fatah y Hamas ha supuesto la creación de un gobierno de expertos que durará como medio año y, tras él, la celebración de elecciones al Parlamento y a la presidencia pales- tinos. Israel ha informado de que debido a este acuerdo ha interrumpido las negociaciones con el presidente Mahmud Abas. Ahora Europa tendrá que preguntarse si va a reconocer al Gobierno que surja de esas elecciones –el cual se supone que deberá cumplir las condiciones impuestas por el Cuarteto: reconocimiento del Estado de Israel, abandono del terrorismo y aceptación de los acuerdos anteriores con la OLP– y si las condiciones que impuso a Hamas hace ocho años siguen vigentes o Europa se conforma con que cese su actividad terrorista para dialogar con esta organización.
Europa tendrá que conformar su política con respecto a los territorios ocupados, decidir qué debe hacer ante el hecho de que se sigan construyendo asentamientos de colonos en Cisjordania y valorar si ha de tomar de nuevo la iniciativa política ante el vacío que ha dejado la salida de Estados Unidos de escena.
La Unión Europea ha estado inmersa hasta ahora en el proceso electoral para elegir a sus dirigentes, por lo que costaba creer que se pusiera a pensar qué hacer en Oriente Medio, y mucho más ante lo que está ocurriendo en Ucrania. No obstante, los líderes de los tres países más importantes de Europa no pueden seguir permaneciendo pasivos. El primer paso en los próximos meses debería ser una visita conjunta de los presidentes o ministros de Exteriores, con el fin de hablar con los líderes israelíes y palestinos, comprender las causas del fracaso de las negociaciones y valorar todas las posibilidades que ahora están encima de la mesa, entre ellas la de alcanzar un acuerdo de cumplimiento paulatino, en cuyo marco se estableciera enseguida un Estado palestino con fronteras provisionales, para que después se iniciasen conversaciones sobre un acuerdo definitivo entre los gobiernos de ambos estados.
Pero Europa debe hacer algo ya.