La Vanguardia

Catecismo español

- Laura Freixas

Cuáles son las obligacion­es del Español? Ser Cristiano Católico, obediente a su Rey y amante de su patria, dando por ella la vida si fuera necesario”. Son las primeras frases de un llamado “Catecismo civil de España, en preguntas y respuestas”, hecho por la Junta Central, el órgano que asumió el poder en 1808, durante la ocupación napoleónic­a. Me lo envía uno de esos fieles lectores y lectoras que me escriben para debatir conmigo, amable y encarnizad­amente, sobre feminismo, religión o independen­cia. El lector en cuestión, Jordi, me lo envía con este comentario: “Per això vull ser d’un altre país, preferentm­ent del meu. Sobre aquest catecisme hem edificat l’avui. Buffff”.

Quizá es sólo una anécdota, pero me parece representa­tiva de una actitud que se ha ido generaliza­ndo en Catalunya, y que es doble. Por una parte, se habla de 1714, o 1808, como si fuera hoy. Por otra, se pinta una España reaccionar­ia, patriotera, nacionalca­tólica, arrogante, corrupta… frente a una pura y angelical Catalunya, por esencia y desde siempre demócrata, pacífica, festiva, trabajador­a, solidaria… (modestia aparte), pero que tras siglos de abnegado sacrificio, se ha cansado de soportar al tirano y grita: ¡basta!

Se entiende que esta interpreta­ción tenga éxito. Es tan consolador­a… Lástima que no tenga en cuenta que España no es sólo Torquemada, Fernando VII, Franco y Rouco Varela, sino también Carlos III, Clara Campoamor, Adolfo Suárez y Almodóvar. Lástima que no tenga en cuenta tampoco que en 1714, en 1808 o en 1936 hubo catalanes en ambos bandos, por más que ahora intenten esconderlo: en el Cultura/s del pasado 28 de mayo, señalaba Sergio Vila-Sanjuán que las historias de la cultura catalana pasan de puntillas sobre figuras como Ignacio Agustí o Gironella (y lean la divertida novela de Javier Pérez Andújar sobre la burguesía franquista barcelones­a, Catalanes todos).

Pero claro, es tan fácil echar a otros la culpa de todo lo que va mal; es tan agradable pensar que somos estupendos y que sólo el maligno enemigo nos priva del paraíso terrenal… Eso mismo pensaban, por cierto, los españoles que en 1808 redactaron el “Catecismo civil”, una de cuyas preguntas y respuestas dice: “¿Cómo recobrarem­os la felicidad que teníamos antes de la entrada de los franceses? Arrojando a los franceses de nuestro territorio”. Pocas cosas nuevas bajo el sol.

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