Sobre peso, ansiedad y dieta
Una de las causas habituales por las que muchas personas sanas no consiguen adelgazar es el deseo irrefrenable de comer aun sin apetito. La ansiedad por la comida puede transformar lo que debería ser una pérdida de peso plácida en una tortura. Claro que los mecanismos de la saciedad son complejos, y hay factores psicológicos y ambientales que pueden influir. Pero muchas veces la ansiedad aparece porque la dieta adelgazante no es la adecuada. Ahora que estamos en época preveraniega puede ser práctico saber qué características de la dieta pueden aumentar la ansiedad.
Una dieta de menos de 1.200 kcal puede generar o aumentar nuestra ansiedad porque es muy restrictiva y hay una sensación constante de apetito. Lo que hay que plantear ante una ansiedad continuada por la comida es si la energía global de la dieta adelgazante es la adecuada. Recordando que es importante tener en cuenta las características físicas de la persona, pero también sus hábitos dietéticos anteriores. Las dietas sin carbohidratos pueden ser también peligrosas en este aspecto. El cerebro se nutre de glucosa, y una alimentación a base de vegetales y proteínas no favo- rece precisamente el relax. Incluir pequeñas dosis de alimentos ricos en carbohidratos como los farináceos puede ser muy útil.
La prohibición absoluta de un alimento que nos encanta puede causar también cierta ansiedad. Bastará con que se permita una cierta dosis de dicho alimento para que la ansiedad disminuya. Lógicamente, cuando la pérdida de peso se basa sólo en la dieta hay más posibilidades de ansiedad que cuando se combina con el ejercicio. El ejercicio tiene un probado efecto ansiolítico.
Tener que adelgazar cierta cantidad de peso en un tiempo determinado puede ser para algunos un aliciente, pero para otros puede ser un estrés. Los retos no son siempre efectivos. En fin, que hay que recordar que la ansiedad muchas veces aparece sencillamente porque la dieta no es la correcta. Eso es fácil de arreglar.