Zapdicación
Ni los más experimentados zapeadores lograron el pasado lunes estar al tanto de todo lo que dio de sí, televisivamente hablando, el anuncio de la abdicación del rey Juan Carlos. Con todas las cadenas sin excepción entregadas en riguroso directo a la precipitada cobertura de tamaña noticia, resultaba ciertamente difícil decidir a cuál de ellas prestar más o menos atención. Comentarios, declaraciones, valoraciones y hasta chascarrillos los hubo de todo pelaje y condición, y aunque abundaron los lugares comunes, las frases hechas y las reacciones más previsibles, no fueron pocos los programas que, dejando de lado lo cortesanamente correcto, apostaron por una visión algo más iconoclasta e irreverente del tema en cuestión.
Los amigos de Arucitys, por ejemplo, afrontaron un martes de monotemática resaca informativa pasando revista en 8tv a casi todas las imitaciones que del Monarca se habían hecho hasta la fecha tanto en nuestros más insignes birriopics patrios ( Felipe y Letizia, 23-F: el día más difícil del Rey, Alfonso, el príncipe maldito, etcétera), como en nuestros muchos programas de humor dedicados al difícil ejercicio de la parodia nacional ( Polònia, El hormiguero o La hora de José Mota). Por su parte, y prácticamente en paralelo, los del Zapeando de La Sexta consiguieron levantar improvisada acta de todos aquellos momentos tirando a risibles que durante tan histórico lunes terminaron colándose, inevitablemente, entre los pliegues de las más circunspectas tertulias, reivindicando ya de paso los inspiradísimos números republicano-festivos protagonizados a tal efecto por Pablo Motos, Buenafuente o el Gran Wyoming en sus respectivos feudos.
Una vez más fue El intermedio el programa que mejor y más hilarante partido supo sacar a la explosiva actualidad al poner el foco no ya en el Rey saliente, sino en su todavía poco imitado heredero, un Felipe VI que Joaquín Reyes (a)bordó al más puro estilo celebrities. Mezclando a lo loco y como sólo él sabe hacerlo las leyendas artúricas con las campechano-manchegas aventuras del Tío la Vara, Reyes consiguió que su caricaturesca versión del futuro monarca asumiese su borbónico destino tras hacerle arrancar de la piedra la “Muleta del Poder”, codiciado cetro al que tan sólo pueden optar los seres más preparados. Como primera aproximación al todavía no coronado personaje, el gag estuvo realmente a la altura de las circunstancias.