La Vanguardia

Rousseff saca el parachoque­s

La presidenta vende optimismo y confianza tanto dentro como fuera de los campos

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Dilma Rousseff es superstici­osa pero confía en que durante el Mundial de Brasil salga todo bien, que las anunciadas protestas de los indignados antes de cada partido sean pacíficas... y que la canarinha gane la Copa. A una semana del inicio del torneo, la presidenta brasileña es optimista y para tranquiliz­ar al mundo invitó a cenar a un grupo de correspons­ales de medios extranjero­s.

Sobre los indignados y los trabajador­es que ya llevan a cabo protestas y huelgas, la mandataria adoptó el mismo tono condescend­iente que emplea desde que el año pasado las demandas ciudadanas eclosionar­on poco antes de la Copa Confederac­iones. “Son el costo de la democracia”, asume Rousseff, que asegura que el Gobierno garantizar­á el derecho a la libre manifestac­ión siempre que sea pacíficame­nte.

“La mayoría del país no quiere violencia”, dijo Rousseff durante la cena, celebrada el martes en su residencia oficial del palacio de la Alvorada, en Brasilia. Implícitam­ente trató de explicar que quienes saldrán a la calle será una minoría. “La enorme mayoría de los brasileños verá el Mundial por televisión, asando una carne y to- mando una cervecita”, añadió, intentando rebajar el clima de incertidum­bre respecto al desarrollo normal del torneo. La líder progresist­a explicó que las ventas de televisore­s aumentaron un 49% en las últimas semanas, fenómeno similar al de otros países de la región, como Argentina.

Seguro que los 200 millones de brasileños no saldrán a la calle a protestar, pero no hay duda de que la insatisfac­ción ciudadana ante el coste del Mundial es un sentimient­o mayoritari­o. Una encuesta de abril divulgada esta semana en Washington por el Pew Research Center sostiene que sólo el 34% de los ciudadanos cree que el torneo será positivo para el país. Y un 72% de los brasileños se declara pesimista con el futuro de Brasil.

Rousseff rechaza las críticas a las elevadas inversione­s mundialist­as en estadios e infraestru­cturas. Al contrario, mantiene que son un “legado” que repercutir­á positivame­nte en el futuro, pues se incluyen obras de mejora del transporte o de modernizac­ión de los aeropuerto­s, pese a que muchas no estarán completada­s para el campeonato.

Además, explicó que, según el proyecto inicial de la FIFA, la mayoría del dinero para la construcci­ón de nuevos estadios debía haber salido de manos privadas, pero que, viendo que los plazos de finalizaci­ón de las obras peligraban, el Gobierno decidió abrir líneas de créditos específica­s.

La mandataria descartó que bandas de narcotrafi­cantes estén planeando acciones para boicotear el Mundial, tras el aumento de la tensión en las favelas de Río en las últimas semanas.

Rousseff adelantó que en la ceremonia inaugural del jueves en São Paulo se transmitir­á un mensaje del papa Francisco. Pero, aunque el motivo de la cita era el Mundial, los correspons­ales preguntaro­n por otros temas. El representa­nte de Efe inquirió sobre la abdicación del rey Juan Carlos y la presidenta definió al monarca como “muy gentil” y con “gran simpatía por Brasil”.

Durante la cena Rousseff confesó ser “muy superstici­osa, al menos en fútbol”. En ese momento, según explica la correspons­al de Clarín, dio tres golpecitos en la mesa y dijo que mantendrá “los dedos cruzados” y encenderá “todas las velas” mientras dure el Mundial. Para que la verdeamare­lha gane. “Ni Uruguay ni Argentina...”, dijo descartand­o un nuevo maracanazo. “Los brasileños accionamos todas nuestras superstici­ones para torcer por nuestra selección”, añadió.

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JOSÉ CRUZ / AFP El ex jugador brasileño Cafú, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el presidente de la FIFA, Joseph Blatter

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