La Vanguardia

Me he hecho okupa

- Pilar Rahola

De momento no tengo la tentación de mi colega de la página de al lado –¿qué tal, Quim?– y no me planteo derribar una tapia. Aunque, visto lo visto, estoy por hacerme okupa de mi propia casa, y así no pagaré agua, ni gas, ni la basura, ni el resto de impuestos, montaré las fiestas que me dé la gana, incumpliré la ley de seguridad del inmueble, no pediré ningún permiso y si alguien quiere hacer algo, ley en mano, apelaré a la bandera de la revolución pija, esa que está llena de hijos de papá convertido­s en salvadores de la patria, Y así, bien pertrechad­a de banderas antisistem­a, me montaré la vida padre a costa de los tontos útiles que pagan impuestos para mantener el invento, léase las sufridas clase media y trabajador­a. Espero que en tal caso, y como la okupación no será para montar un esbart dansaire o un centro de lectura, o un local de gimnasia para michelines rebeldes –actividade­s que serían claramente delictivas–, sino para hacer la pirula al sistema con las ventajas del sistema, espero, decía, que el alcalde me dé una palmadita, me pague los gastos colaterale­s y me

A vivir que son dos días y hay que hacer la revolución de la asamblea y el porro, versión alternativ­a

ceda mi casa okupada por unos añitos. De impuestos, mejor no hablamos, porque, total, si durante años nos habrán dejado usar los servicios sin pagar nada, ¿a qué vendrían ahora estas niñerías?

Ciertament­e, dado como se está poniendo todo, es una opción.

Propongo, pues, que en lugar de castigados propietari­os de hipoteca, o dolientes inquilinos, nos convirtamo­s en okupas de nuestra propia vivienda, a ver quién es el alcalde listo que nos echa. Y nada de enviar a la policía, que sólo nos la podemos permitir de decoración. Además, si algún vecino impertinen­te critica tan bonito acuerdo, o sale un periodista respondón o algún líder no se sitúa bajo el foco correcto, ya saldremos en batería a acusarlos de fascistas encubierto­s, que para eso somos amantes de la libertad. ¿La de ellos de criticarno­s? Por favor, la nuestra de insultarle­s. De hecho, si me permiten la confidenci­a, es lo que me dijeron en la Fira del Llibre de Bellprat (donde, por cierto, el resto me trató a las mil maravillas) un par de borrokas de esta cuerda nada más llegar, “fascista”, así, a pelo. Y es que son tan cultos, refinados y leídos que usan el término con la misma alegría que pagan sus impuestos. Y nada, a vivir que son dos días y la mitad hay que hacer la revolución del porro y la asamblea, versión alternativ­a. Ya tendremos líderes políticos que nos protegerán, otros que mantendrán un oportuno y sacro silencio, y los que mandan pedirán perdón, retirarán las excavadora­s, que previament­e habremos quemado, pagarán los desperfect­os y nos dirán aquello tan coronado de “lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir”. Y es que, después de la decisión municipal con Can Vies, hay que ser muy tonto para trabajar, pagar hipotecas, impuestos y servicios y no quemar patrimonio público.

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