La historia del senegalés casteller
Los amigos del joven le ayudan a sacar adelante su sastrería
Este es el tercer capítulo de la historia de Serigne Mbacke, el joven senegalés que un año y medio atrás se acogió a un programa del Ayuntamiento de Barcelona para regresar a su país y montar una sastrería. Porque es más rentable socialmente ayudar los emprendedores para que creen ri- queza en su país que condenarlos aquí a rebuscar chatarra.
Pero Serigne tiene ahora problemas, ha de dejar la habitación donde vive con su mujer y sus tres hijos, acaba de coger un local más pequeño para su negocio, gastos imprevistos lo agobian… Y sus amigos a este lado del mundo no lo olvidan. “Por su humildad, paciencia, tesón… todo lo que nos enseñó”, dice el cantante de ópera Lluís Sintes. Hoy a las siete de
Serigne se acogió a un programa que ayuda a los inmigrantes a regresar y montar negocios en sus países
la tarde darán un concierto solidario en el centro cívico de Parc Sandaru. Ópera, zarzuela, habaneras gallegas… También venderán bolsos confeccionados por Serigne antes de marcharse.
Siempre fue un emprendedor, siempre quiso montar una sastrería, pero en Touba no había modo. Y ya tenía un hijo, y su mujer estaba embarazada… Y un lustro atrás se pasó nueve días en un cayuco. La Vanguardia ya explicó cómo se hizo mantero en Mála- ga, y un día, de casualidad, luego de tres años, conoció a Lluís, que estaba de gira… y se hicieron amigos. Y el barítono lo apadrinó.
En Barcelona, Serigne aprendió catalán, se sacó un título de técnico de farmacia, se unió a los castellers de la Sagrada Família… No se le daba mal subir al segundo nivel. Y se dio cuenta de que a aquí jamás conseguiría los papeles, ni montaría su sastrería. Y se enteró de un programa del Ayuntamiento que ayudaba a inmigrantes a regresar a su país y no acabar aquí rebuscando entre contenedores. Ahora le dan el último espaldarazo.