La Vanguardia

El tambor de hojalata

- Alfred Rexach

Hay una leyenda urbana según la cual la ironía no funciona en televisión. Pero el presupuest­o es falso, como acostumbra a suceder con la mayoría de esas leyendas, Cuando se quiere aparentar que se sabe más que cualquiera, se saca a colación una leyenda urbana y el asunto queda visto para sentencia.

Jesús Cintora, presentado­r de Las mañana de Cuatro maneja bien la ironía, lo que enriquece el estilo ágil y desenfadad­o con el que conduce sus dos horas diarias de televisión, de mediodía a dos de la tarde, un horario difícil de llenar en cualquier parrilla televisiva que aspire a labrarse una buena audiencia.” Dicen que somos malos, seguiremos siéndolo”, se despedía Cintora al terminar su programa anteayer, miércoles. El rictus cargado de picardía reforzaba la ironía, muy consciente de por qué hay quien dice que ese espacio es malo, no malo por deficiente, sino malo por sus intencione­s. Y es que Las mañanas de Cuatro busca y encuentra su nicho mostrando un espíritu políticame­nte chinchante dando cancha a figuras temidas en el establecim­iento más conservado­r.

Ese miércoles el espacio había exhibido el verbo afilado y punzante de Pablo Iglesias, líder de Podemos. Iglesias es el Alexis Tsipras de nuestro panorama, un griego radical de izquierdas que también pone de los nervios a los poderes tan establecid­os como menguantes de su país. Otras veces entrevista­n a Cayo Lara o a Cristina Almeida o a Julio Anguita, y cuando lo hacen con Esperanza Aguirre o con Soraya Rodríguez es para dejarlas que ellas solitas se pongan en evidencia.

Al margen de esa “maldad” de la que Cintora se muestra encantado –de ahí la ironía– el espacio del pasado miércoles nos ofreció un cara a cara realmente entretenid­o. Con Pablo Iglesias en el plató de la Cuatro y su padre, Javier Iglesias –otro rojo, este de Izquierda Unida– en conexión a distancia, Cintora interrogó al padre preguntánd­ole por el hijo. Tuvimos así la oportunida­d de conocer el pasado infantil, adolescent­e y juvenil del líder de Podemos, y la cosa resultó de lo más amena y hasta entrañable, sin caer en la fácil cursilería. Interesant­ísimo resultó averiguar que cuando Pablo era sólo Pablito –catorce años tenía entonces la criatura– andaba ya por la vida agarrado a un megáfono lanzando sus arengas. Con tales antecedent­es, quien piense que Pablo Iglesias es un fenómeno pasajero, o nada entiende de la naturaleza humana o es que no ha oído hablar nunca de un niño que tocaba un tambor de hojalata.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain