En familia
X-Men: Días del futuro pasado Dirección: Bryan Singer Intérpretes: Hugh Jackman, Michael Fassbender, James McAvoy, Ian McKellen Producción: EE.UU., 2014. Duración: 131 minutos. Ciencia ficción.
JORDI BATLLE CAMINAL
Llevamos tres lustros ya visitando periódicamente este zoo de criaturas superheroicas creado por la Marvel. Haciendo recuento, tenemos primero las tres películas fundacionales de los años 2000, 2003 y 2006. En el 2009 tuvo lugar el spin-off que centraba su atención en el Lobezno interpretado por Hugh Jackman, que volvió a tener película propia el pasado año. En el interín (2011), Matthew Vaughn realizó X-Men: Primera generación, donde los personajes encarnados por Patrick Stewart (Charles Xavier) y Ian McKellen (Magneto) rejuvenecían con los rostros de James McAvoy y el casi ubicuo Michael Fassbender.
Es de suponer que más de un espectador esté hasta el moño de la patrulla X. Quizás teniendo en cuenta este factor, los responsables de X-Men: Días del futuro pasado han procurado dar a esta nueva entrega un sabor peculiar. De entrada, han recuperado al director de los dos primeros títulos, Bryan Singer, lo que no nece- sariamente era una garantía de éxito: su Superman returns fue un fiasco. En segundo lugar, han tenido la muy agradecida idea de mezclar, amparándose en esa siempre eficaz vertiente de la ciencia ficción que son los viajes en el tiempo, el reparto antiguo con el moderno, manteniendo al infalible Jackman/Lobezno, que es siempre el mismo y no necesita envejecer ni rejuvenecer, como nexo de unión entre pasado (1973) y futuro (2023). La sensación de estar en familia, mejor acompañados que nunca, toma asiento de preferencia a lo largo de todo el metraje, que de esta manera se hace grato y placentero. El humor es otro elemento que respira a pleno pulmón en varios tramos de la historia: memorable la escena de los disparos interceptados por el ultraveloz Evan Peters, rodada a cámara lenta. En París y Washington tienen lugar las dos escenas más espectaculares de la función, sorprendentemente rociadas, pese a la abracadabrante brillantez de los efectos digitales, con el perfume de la más desenvuelta serie B.