La Vanguardia

Duelo al sol

El balear buscará ante Djokovic su noveno título en París tras arrollar a Murray

- MARTA MATEO París Servicio especial

Rafael Nadal aprovechó el calor que se abatió sobre París después de días de lluvia para arrasar a Andy Murray. El balear se las verá en la final de Roland Garros con Novak Djokovic.

Cuando el sol abrasa la tierra roja, un hombre camina entre el fuego mejor que nadie. Es Rafael Nadal, que disfruta de la falta de oxígeno y temperatur­as elevadas. Ahí se vuelve el rey del infierno y en el momento que más lo necesita, el tiempo se pone de su parte. París pasa de los días grises del invierno al verano en 24 horas. De la lluvia y falta de luz al resplandor de la Phillippe Chatrier, que hierve hasta la bandera. El número uno calienta golpe a golpe la bola con ayuda de su rival Andy Murray, pero cuando esta ya está en su punto, cuando quema más que nunca, el ocho veces campeón la clava en la línea y el escocés grita enrabietad­o. No hay manera, no aquí. El de Manacor firma una exhibición ante el rival de más altura y se cita en la final de finales ante Novak Djokovic, quien asfixiado consigue la victoria menos brillante del torneo ante Ernests Gulbis. Nadal avisa al serbio: si quiere el trono del ranking y la Copa de Mosquetero­s, deberá dejarse la piel.

“No tengo piernas”, espeta Murray. En menos de cuarenta minutos, el campeón de Wimbledon se ve set y break abajo en el mar- cador. Delante tiene a un toro desbocado, metiendo derechas de una esquina a otra. El de Dunblane ríe irónico, incapaz de encontrar soluciones a la inevitable rapidez con la que pasa la semifinal. Lo intenta todo pero Nadal ha hecho los deberes. ¿Falla el revés ante David Ferrer? El mallorquín dedica entonces el entrenamie­nto a machacar el golpe hasta afinarlo y en el partido entra uno tras otro, especialme­nte el cruzado. Así abre la pista más y más hasta desplazar a Murray tan fuera de esta que ni huele los drives ganadores con los que le remata Rafa. ¿El servicio ha ido lento en los primeros partidos? En el duelo que más exigencia desde el saque, Rafa no cede ni una sola bola de break y no da muestras de dolor en la espalda. Con picos de 191 km/h de disparo y una media de 177 km/h, el servicio del zurdo, con impredecib­les efectos, vuelve a ser letal.

Tres, dos y uno. Esos son los juegos que araña el escocés, ago-

EXHIBICIÓN Nadal liquida a Murray en tan sólo 1h40m en su mejor partido de esta edición AVISO El número uno deja claro que la derrota en Roma ante Djokovic no será una referencia ahora

tado, fundido por el dominio de Nadal, que eleva el nivel de su tenis a modo excelso, hasta el momento no encontrado en 2014. Un recital que arranca cuando apenas faltan quince minutos para las cuatro de la tarde y termina tan sólo una hora y cuarenta minutos después, dejando a la grada boquiabier­ta. “Creo que he jugado mi mejor partido de la temporada de tierra”, reconoce el único hombre capaz en alcanzar la final número nueve en Roland Garros. Segundo aviso a Nole: París no es Roma y la final en el Foro Itálico no será referencia útil mañana. Las dudas han desapareci­do y el paso al frente que buscaba el mallorquín se ha dado. Ayer se vio al Nadal más peligroso.

“Ha sido increíblem­ente frustrante porque normalment­e golpeo la bola de manera limpia”, explicó después Murray, que cometió numerosos errores no forzados (26) y corrió de un lado a otro sin parar. “Me sabe mal por él porque le admiro y me gusta como jugador”, se disculpó Rafa.

“Ernests no tiene esperanza ante Novak. Necesita un milagro”, había dicho el entrenador de Gulbis, Gunter Bresnik, en la previa de la primera semifinal. Tal como entró el letón en pista, su cara era el reflejo del pánico. Y la sonrisa nerviosa con la que posó para la foto de rigor evolucionó a un semblante serio y perturbado.

Estaba perdido en territorio desconocid­o. “La diferencia ha estado en que no estoy acostumbra­do a estos grandes duelos. Es normal que me sintiese más nervioso”, confesaba. Como jugador que vive de las rentas de un buen servicio, los puntos gratis que logró con saques directos o buenos primeros fueron insuficien­tes ante Djokovic, que con poco se llevaba las dos primeras mangas.

Entonces la temperatur­a aumentó y todo se volvió borroso. El aire era irrespirab­le y el de Belgrado parecía el niño de antaño que se ahogaba y se consumía en días calurosos. En los descansos a partir de la tercera manga, con máximas rozando los treinta grados y una humedad altísima, el serbio parecía desmayarse en su silla. Toallas con hielo sobre los hombros, meditación para no perder la cordura. Casi sin moverse ninguno de los dos jugadores, Gulbis se llevaba la tercera manga provocando aún más desconcier­to en Djo- kovic, que se tambaleaba en la frontera del golpe de calor.

La misión principal de Nole era salir de ese horno lo antes posible y en la cuarta manga se puso en un abrir y cerrar de ojos con 2-0. Tanta era la obsesión por salir de la Chatrier, tan rojo estaba el número dos, que cuando Ernests le quebró el servicio en el tercer juego lo pagó con su raqueta. Impactó con rabia su herramient­a de trabajo y por primera vez recibió un abucheo atronador de un público que le idolatra.

Pero al final, como es habitual con el serbio, juegue como una apisonador­a o fatigado, llega a la ronda final. Será el duelo 42 entre Nadal y Djokovic y todo parece indicar que el calor puede ser decisivo en la final más igualada de los últimos años, pero el balear bromea: “Eso se escapa a nuestro control. No puedo llamar al sol ni él a las nubes”.

 ?? PATRICK KOVARIK / AFP ?? Vuelve el sol. Después de muchos días con tiempo gris y lluvioso, la mejor versión de Nadal, ocho veces campeón en Roland Garros, llegó en semifinale­s ante Murray en un partido disputado con altas temperatur­as
PATRICK KOVARIK / AFP Vuelve el sol. Después de muchos días con tiempo gris y lluvioso, la mejor versión de Nadal, ocho veces campeón en Roland Garros, llegó en semifinale­s ante Murray en un partido disputado con altas temperatur­as
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