El pasaje Maluquer
Vivo en una de las calles más bonitas de Barcelona: el pasaje Maluquer. El parque que hay allí es el paraíso de todos los canes del vecindario y parte del extranjero. Sus dueños enfilan el pasaje y sueltan a los canes para que, durante el trayecto o al llegar al mismo parque, defequen y orinen a placer, sin collar, ni correa, ni bozal que estorbe. De día, a la vista de todos los habitantes de dicha calle; de noche, a oscuras y premeditadamente.
Todo vale y todo les está permitido. Y los dueños –una gran mayoría a juzgar por la cantidad de heces en la calle y en el parque– ni disimulan. Al atardecer y por la noche, el parque se convierte en el paraíso de los jóvenes amantes del porro y vete a saber de qué otro tipo de drogas. El estanque está podrido (agua con probablemente infinitud de larvas de mosquito tigre) y hay pintadas fascistas en el busto y paredes del estanque. Para cerrar el círculo, malviven en el parque tres o cuatro sintecho que pernoctan en un hueco abierto entre los arbustos.
Hace unos tres meses, el Ayuntamiento instaló un conjunto de aparatos en el centro del parque para que los jubilados hicieran simples ejercicios. Creo que no he visto a ninguno practicando. Son innumerables las veces que lo hemos comunicado al Consistorio, sin lograr ningún resultado.