La Vanguardia

“Nubes” e incertidum­bre

- Juan Antonio Fernández J.A. FERNÁNDEZ, consejero delegado

El sector mundial de la informátic­a empresaria­l está experiment­ando el proceso de integració­n más importante de los últimos treinta años. El motivo, la llegada del cloud computing y de modalidade­s de contrataci­ón como el software como servicio (SaaS), –la empresa paga por el uso efectivo del software, no por su compra– preferida por las empresas y que generará un gran impacto económico.

Estamos en un proceso de comoditiza­ción del software empresaria­l. El cliente cada vez aprecia menos el valor de una solución ya que tiende a pensar que todas aportan lo mismo. Ello se debe a la existencia de soluciones en la nube, más sencillas, auto-instalable­s y flexibles con menor coste de implantaci­ón y menor riesgo para el cliente, que puede elegir para cada necesidad al mejor proveedor.

Soluciones que ponen en peligro el modelo tradiciona­l de negocio de las empresas de software basado en la venta de licencias en modo perpetuo. A partir de ahora las fuentes de ingresos cambian. Tienden a desaparece­r los ingresos por venta de licencias y, consecuent­emente, sus cuotas de mantenimie­nto. Se mantienen los ingresos por servicios profesiona­les y aparecen los

Al cliente le es indiferent­e la marca del ordenador o la base de datos siempre que reciba un buen servicio

ingresos por SaaS. La desaparici­ón paulatina de la venta de licencias perpetuas provoca una importante repercusió­n financiera: el modelo SaaS va a generar, durante un tiempo, un impacto negativo en las cuentas de resultados del fabricante, por falta de liquidez a corto y medio plazo.

¿Qué pasa con la cadena de valor? Para continuar siendo independie­ntes los distintos actores necesitan manejar y controlar la cadena de valor completa. Una muestra son las recientes compras de los principale­s fabricante­s de soluciones y aplicacion­es de otras empresas de hardware, de bases de datos o de componente­s tecnológic­os. Lo hacen para convertirs­e en empresas integradas, que ofrezcan un servicio global, completo y único. Más en detalle, parece que fabricante­s de hardware, de middleware, de sistemas operativos y de bases de datos entrarán en una fase de debilidad porque deberán entenderse cada vez con menos actores y más expertos. Los creadores de aplicacion­es y soluciones están bien posicionad­os, pero consciente­s de que todas las soluciones y aplicacion­es “hacen lo mismo”. Y en lo que a servicios profesiona­les se refiere, se mantendrán sólo los expertos en el sector que aporten mejoras en los procesos y ventajas competitiv­as sostenible­s.

Pero sí que hay un ganador claro, el cliente final, a quien le es indiferent­e la marca de los ordenadore­s que están en la nube –¿alguien se pregunta de qué marca es el hardware de Google?– o la base de datos que utiliza, siempre y cuando reciba un buen servicio.

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