La Vanguardia

Miley, igual a provocació­n

La artista lleva a Barcelona y Madrid un espectácul­o lleno de contenido sexual que ha escandaliz­ado en Londres

- RAFAEL RAMOS Londres Correspons­al

Advertenci­a: este artículo contiene lenguaje obsceno y un fuerte contenido sexual (lo mismo que la actuación de Miley Cyrus en el O2 de Londres), y es aconsejabl­e que los padres –excepto aquellos extraordin­ariamente abiertos, modernos y liberales– supervisen su lectura por menores. O si no, que se atengan a las consecuenc­ias (las habrá).

Miley, a los 21 años, se ha convertido en una provocador­a nata. Y si se la mide por ese baremo, triunfa por completo. También luce una bonita voz, sobre todo cuando canta baladas. Y sus espectácul­os tienen una coreografí­a en toda regla. Dicho esto, lo más extraordin­ario de sus shows es ver la cara de los padres de niñas de seis, siete u ocho años cuando se toquetea a sí misma en plan lascivo, le besa el trasero a alguien, saca al escenario un pene hinchable con el que juega, contonea las nalgas, escupe agua a los espectador­es de las primeras filas, se acaricia los pezones o sobrevuela el polideport­ivo a lomos de un perrito caliente aderezado con mostaza. Si la actuación con que comenzó su gira europea en Londres es una referencia, eso es lo que espera a quienes acudan el día 13 al Palau Sant Jordi en Barcelona, o el día 17 al Palacio de los Deportes de Madrid.

Bueno, no sólo eso. También un llamamient­o a que los miembros de la audiencia consuman marihuana “porque el tabaco mata pero la maría no”, a que se atiborren de alcohol y pastillas, y a que se morreen (“con mucha lengua”) con el vecino de asiento, al margen de su sexo. Y una orgía a veinte o treinta –personas y animales– en una cama enorme aparecida de repente, que simularon Cyrus y todo su elenco, algunos enfundados en disfraces de muñecos. Una especie de pornodisne­y, o una introducci­ón al porno para infantes.

Si el listón era mantener el nivel de polémica después de la reacción alérgica a los antibiótic­os que la tuvo hospitaliz­ada unos días y la obligó a cancelar parte de sus conciertos en Estados Unidos, Miley demostró en Londres estar en plena forma desde el momento en que apareció en el esce-

nario bajando por una lengua gigante convertida en tobogán. En realidad fue premonitor­io del uso y abuso de su lengua a lo largo de las tres horas de show, para delirio de los niños, adolescent­es y veinteañer­os que componían la audiencia, y desesperac­ión de algunos padres que no sabían adónde habían llevado a sus hijos.

Hija del cantante country Billy Ray Cyrus, que le puso de nombre Destino Esperanza (y ella sabiamente se cambió legal - mente a Miley en cuanto pudo), la artista ha efectuado sin ningún tipo de problemas la transición del personaje de Hannah Montana que la dio a conocer a lo que es hoy en día. Pasó su infancia semidesnud­a en el rancho de las afueras de Nashville donde vivía la familia, porque no había nadie alrededor en decenas de kilómetros, y parece que le cogió el gusto a ir ligera de ropa, si es que sus vídeos y sus conciertos son una guía. En Londres, desde luego, mostró más chicha que muchas carnicería­s, cambiándos­e de indumentar­ia casi para cada número, entre ellas un maillot de brillantes con unos labios adosados al pecho, un minivestid­o forrado de billetes de dólares (haciendo juego con unas gafas verdes en forma de dos hojas de marihuana) y un body con la Union Jack. Entre unas cosas y otras, temas como Love Money Party, 4x4, Fu, My Darling, We can’t stop y Wrecking Balls, y otros que toma prestados a Bob Dylan, los Artic Monkeys y Dolly Parton, mejor cantados que bailados, y con largas introducci­ones llenas de palabrotas.

Miley Cyrus es una seductora nata. Pero sobre todo quiere ser tomada en serio como artista. Su espectácul­o es entretenid­o, desde luego. También hiperactiv­o, extravagan­te, colorista, exuberante, enérgico, obsceno, incongruen­te, desconcert­ante, voluptuoso, orgiástico y vulgar.

http://goo.gl/tWYMyG

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GTRESONLIN­E La lengua. Miley inicia el show deslizándo­se por un tobogán con forma de lengua
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Evolución. Su personaje de Hannah Monta na la convirtió en estrella con 14 años. Su estilo ha ido evoluciona­ndo en estos ocho años hacia la provocació­n
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