La Vanguardia

‘Crisis’, otra de secuestros

- SALVADOR LLOPART

Las series con secuestrad­os dentro tienen mucho peligro, no sólo para los rehenes. El detonante, el secuestro, suele empezar con intensidad e interés. Pero a medida que pasan los capítulos, el hecho en sí mismo, esa retención de prisionero­s a la fuerza, acaba por hacerse eterna, y en televisión, al menos, no hay nada peor que la eternidad.

Crisis, la nueva serie de Fox, va de un secuestro, pero no es un secuestro cualquiera. La serie arranca con el apresamien­to de unos adolescent­es. La mayoría, hijos de gente de poder y de dinero. Entre ellos, nada menos que el hijo del presidente de los Estados Unidos. Estamos, pues, ante un secuestro de élite, realizado por fuerzas de élite. Medido y calculado hasta el último detalle. Un despliegue en manos de Phillip Noyce, que firma el capítulo piloto, director de filmes de acción como Peligro inminente.

En ese primer capítulo se apuntan en buena medida los miste- rios que definirán la nueva serie, donde se combina la acción con la sensación de caos y donde, además, se intuye que detrás de ese caos, alguien mueve los hilos: el misterio.

Rehenes y secuestrad­ores, y las fuerzas del orden tras sus pasos. Y los padres, claro, con el presidente de Estados Unidos al fondo, de momento intuido. No aparece en la primera entrega. Y entre esos padres dolientes, dos intérprete­s de excepción: Gillian Anderson, que fue la agente Scully de Expediente X, y el actor Dermont Mulroney ( La boda de mi mejor amigo).

Y tras el arranque, el temor: que el asunto no dé para más. Crisis sufrió un parón a mitad de temporada. Para ser repensada. ¡Humm! Mala señal.

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