El inversor saldrá ganando; el ahorrador, perdiendo
Una máxima abunda en los últimos meses entre los analistas financieros: para ganar dinero hay que asumir riesgos. O, lo que es lo mismo: si el ahorrador quiere sacarle rédito a su capital, entonces tendrá que convertirse en un inversor.
Jaume Puig, director general de GVC Gaesco Gestión, suele re- petir ese concepto. Y en estos días, con más razón. Son malos tiempos para la renta fija, entre otros motivos porque las medidas que ha adoptado Mario Draghi van en su contra, y muy a favor de la renta variable. Y ya se sabe cuál es el juego de las balanzas: si las acciones van a subir, la renta fija va a descender.
“Desde el año pasado, no hay color –dice Puig–. Está claro que el ahorrador ya no sacará rentabi- lidades interesantes en un depósito ni en una cuenta corriente. En cambio, la renta variable lleva meses ofreciendo resultados brillantes”.
Es cierto: muchos fondos de inversión europeos registran resultados próximos a los dos dígitos en lo que llevan de año. Y lo mismo ocurre en el caso de los mercados bursátiles, cuyo buen humor se prolonga varias semanas. Sólo en este 2014, Milán se ha re- valorizado el 17,52%, el Ibex ha subido el 11,57% y París, el 6,64%. La renta fija, con rentabilidades máximas del 1% en los plazos más cortos, no puede competir con semejantes cifras.
Y aún menos, opinan los expertos, podrá competir en adelante. Miguel Ángel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), interpreta que la imposición del tipo negativo en los depósitos (el BCE cobrará el 0,10% a la banca por guardarle el dinero) llevará a las entidades a rebajar las expectativas de renta fija que ofrecen a los clientes.
De hecho, el proceso no es nuevo. Desde enero del año pasado, cuando el Banco de España puso coto a las rentabilidades de los superdepósitos (no habría más ofertas al 4% o el 5%; penalizaría a aquellas entidades que comercializaran depósitos a doce meses con rentabilidades superiores al 1,75%), el interés por los depósitos ha ido menguando de forma paulatina. Hoy, muy pocos de ellos se acercan a ese tope anual del 1,75%.
“Está claro que los ahorradores tendrán que someterse a un proceso de aprendizaje –dijo Puig–. Porque no es lo mismo invertir en la renta fija, cuyos plazos y rentabilidades se conocen o se pactan de antemano, que recurrir a la renta variable, mucho más volátil e imprevisible”.