Claves culturales de los nuevos reyes
Recorrido por los personajes e instituciones que sirven de referencia intelectual a don Felipe y doña Letizia
n noviembre del año 2004 los príncipes de Asturias visitaron La Vanguardia. Estaba previsto que recorrieran las plantas sexta y séptima de Diagonal 477, donde se despliega el grueso de la redacción, pero no que subieran a la novena, donde se ubicaban algunos suplementos. A media mañana recibí una llamada para que nos preparáramos: Felipe y Letizia habían pedido explícitamente conocer a quienes hacíamos el Cultura/s. La charla duró un rato y ambos visitantes, pero especialmente la Princesa, hicieron preguntas muy concretas que demostraban un buen conocimiento de la publicación, de la que ella se declaró seguidora.
Cultura/s había aparecido tan solo un año y medio antes, con voluntad innovadora, a veces radical, en su diseño y contenidos. La valoración positiva de los príncipes de Asturias, manifestada en distintos ámbitos y realizada desde el conocimiento, respaldó la andadura del suplemento.
A los próximos reyes de España les interesa la cultura de una forma seria y personal, en eso coinciden quienes les conocen. Para obtener informaciones más precisas hay que ir apartando los sucesivos cortinajes que velan a estos públicos personajes.
Si uno indaga cuál es la figura intelectual que ha tenido más peso en la formación del todavía
EPríncipe, los testimonios apuntan a la historiadora madrileña Carmen Iglesias, una de las personas que diseñaron la estructura de su educación. Iglesias habría sido a Felipe lo que Martín de Riquer fue a su padre, el rey Juan Carlos. Una intelectual de peso que le familiarizó, más allá de la inmediatez política, con los ritmos lentos de la historia. Especialista en la Ilustración europea, con obras como El pensamiento de Montesquieu o Razón y Sentimiento en el siglo XVIII, ha dirigi- do el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, y fue ennoblecida recientemente con el título de condesa de Gisbert por don Juan Carlos en reconocimiento a su trabajo.
Pero para profundizar de verdad en el marco de las referencias culturales del hasta ahora heredero de la Corona hay que ir a Oviedo. Y, en algún salón del Hotel Reconquista, hablar con los responsables de la Fundación Príncipe de Asturias, que entrega los premios del mismo nombre. Su directora Teresa Sanjurjo recuerda que “S.M. el Rey podría haber optado por otras posibilidades institucionales para el Príncipe, pero se decidió por esta, que tiene un significado de ejemplaridad, y reconoce a los mejores, fijando la pauta. Don Felipe ha crecido rodeado de estos ejemplos, que han marcado su desarrollo. El lo ha dicho: ‘Mi destino está vinculado a la Fundación Príncipe de Asturias’. La fundación le ha facilitado el trato con las mejores mentes de nuestro siglo, ha discutido mucho con ellos y lo ha asimilado, ganando una perspectiva muy global”.
La relación –añade Sanjurjo– no es de rutina: “Los príncipes siguen con atención los pasos de la Fundación, mantenemos reuniones formales y otras informales, conocen las candidaturas. Desde el punto de vista personal, la misma curiosidad y avidez de conocimientos está presente en ambos. Con ellos la música y las películas constituyen temas de conversación constantes”.
La Fundación Príncipe de Asturias nació en 1981 con el objetivo de estrechar los vínculos entre Asturias y el Príncipe, y de ensalzar la cultura y la excelencia. En los inicios sus galardones estuvieron circunscritos al ámbito hispanoamericano, pero a partir de los años noventa cogen vuelo y se internacionalizan, con una intención manifiesta de convertirse en algo así como “los Nobel es-
pañoles”. Detrás de su nacimiento y de su despegue se halla una fuerza motora: el periodista Graciano Chano García, personaje de energía legendaria, hoy director
emérito vitalicio –consta en su tarjeta– de la institución. Chano ha tenido un trato muy directo y continuado con ese heredero al que ha visto crecer, así que su testimonio, que no puede ni quiere evitar la emotividad, resulta imprescindible.
“El Príncipe –manifiesta– tiene la sensibilidad de su madre en temas culturales y especialmente artísticos, relacionados con la música y la pintura. Su andadura pública empezó a los doce años en Asturias, y en esta tierra ha recibido muchas cosas, afecto, cercanía, una manera de relacionarse. También aquí ha mantenido cada año relación con los premiados, con quienes habla largamente. Todo eso ha ido despertando y formando una sensibilidad que va con su carácter”.
Veamos algunos de los galardonados por la fundación a lo largo de estos tres decenios.
En Literatura: Camilo José Cela, Günter Grass, Doris Lessing, Arthur Miller, Fatima Mernissi, Francisco Umbral, Susan Sontag, Claudio Magris, Nelida Piñón, Paul Auster, Amos Oz, Bob Dylan, Margaret Atwood, Amin Maalouf, Leonard Cohen...
En Ciencias Sociales: Julio Caro Baroja, John Elliott, Raymond Carr, Anthony Giddens, Jürgen Habermas, Giovanni Sartori, Ralf Dahrendorf, Tzvetan Todorov, Alain Touraine, Zigmunt Bauman, Howard Gardner, Martha Nussbaum, Saskia Sassen...
En Comunicación y Humanidades: María Zambrano, Claudio Sánchez Albornoz, Josep Ferrater Mora, Horacio Sáenz Guerrero, Vaclav Havel, Umberto Eco, Hans Magnus Enzenberger, Rudyard Kaspuscinski, Jean Daniel, Annie Leibovitz...
En Artes: Eduardo Chillida, Antonio López, Vittorio Gassman, Sebastiao Salgado, Krzysztof Penderecki, Barbara Hendricks, Woody Allen, Miquel Barceló, Maya Plisetskaya, Paco de Lucía, Pedro Almodóvar, Norman Foster, Richard Serra, Riccardo Mutti, Michael Hanecke…
Las conversaciones y debates con estos personajes habrían constituido, según personas próximas, el auténtico posgrado del Príncipe, digamos que de un nivel no desdeñable.
A Chano García, amante de la poesía, sobre todo la española de línea clara, le gusta recordar que el príncipe también lo es: “Don Felipe cita mucho a Unamuno, Cernuda, Valente, Machado. También a Blas de Otero. Sentía una gran simpatía personal por Pepe Hierro, porque le gusta la autenticidad, la gente transparente. Y por Antonio Colinas, que ayudó con mucha generosidad a consolidar nuestro premio de las Letras. Yo creo que es el líder político actual que más cita a los poetas en sus discursos importantes para apoyar sus ideas”. Don Felipe, revela el veterano periodista, “habla con mucha más gente de la que sabemos. En cuanto escucha a alguien que le interesa, le manda aviso sugiriendo una cita. Lo hizo por ejemplo tras una entrega del premio príncipe de Viana con el filósofo Daniel Innerarity. Pidió su discurso y poco después se vieron”.
Le pregunto a Graciano si cree que va a abrirse un reinado cultural. “Será un reinado multidireccional de acuerdo con las circunstancias que viva el país –responde raudo–. Para Felipe los marginados y los que sufren constituyen su primera preocupación, y este será el vector fundamental de su reinado. Pero nunca estará separado de la cultura. Él tiene la convicción de que la cultura es esencial, salvadora. Se trata de un punto de vista muy reiterado, puedes leerlo en sus discursos”. Unos discursos, los de Asturias, en cuyos borradores el propio García ha tenido a menudo cierta participación, según dicen.
Para Letizia Ortiz, la cultura resulta básica en el pleno vital. Desde siempre. En el diario ovetense
La Nueva España, donde fue becaria, se le recuerda, además de por su perfeccionismo y ambi- ción profesional, por su buena disposición para redactar temas culturales. Se casó, en primeras nupcias, con un escritor y profesor de literatura. Ya comprometida con el Príncipe, le ha gustado cultivar las relaciones con el mundo de las letras. Se comenta, por ejemplo, que ambos son grandes lectores de Antonio Muñoz Molina. Y una de las personas con las que Letizia mejor ha conectado en este campo es la agente literaria catalana Carmen Balcells.
“Conocí a la Princesa hace diez años y fue ella quien tuvo interés en que nos encontráramos, porque había vivido un tiempo en México y en los círculos donde se había movido, yo era más popular que aquí. A través de Carmen Iglesias me convocó a un al- muerzo en un salón de la Real Academia. Acudió también una amiga suya de Gijón, hermana de un escritor ya fallecido que yo representaba. Fue un encuentro divertido, respetuoso porque ella era la novia del Príncipe, y yo le contesté a muchas preguntas, todas atinadas, que hizo para comprender qué demonio de trabajo era el mío”, explica.
Balcells niega modestamente haberla aconsejado en materias culturales: “De ninguna manera; si soy sincera, ella me ha aconsejado más a mí. Sabe muchísimo y, lo que sabe, muy bien ordenado”.
La carismática y volcánica representante sí reconoce que en cierta ocasión le organizó una cena: “Fue después de su matrimo- nio, porque ella tenía mucho interés en conocer a Eduardo Mendoza y a Félix de Azúa. Yo les junté con los príncipes en un restaurante de Barcelona. Margarita Rivière y el editor Claudio López Lamadrid también acudieron”.
Letizia ha sintonizado con otros autores próximos a la agente. Aceptó presidir hace unos meses el ingreso en la Real Academia de Carme Riera. Y es una admiradora de la obra de Mario Vargas Llosa, quien a su vez no vacila en publicitar su buena opinión de la princesa.
Carmen Balcells ha participado, como patrona y asesora, en la otra institución relevante de la órbita principesca, la Fundación Príncipe de Girona. Más volcada en temas de formación y emprendimiento que en los estrictamente culturales, esta Fundación creada en el 2009 otorga unos premios de Artes y las Letras a creadores jóvenes. Los han obtenido la pianista Alba Ventura, el escritor Borja Bagunyà, la violinista Leticia Moreno, la cantante Auxiliadora Toledano y, este año, el pintor Hugo Fontenla. (Los premios se entregan el 26 de junio). Responsables de la Fundación recuerdan que la princesa, a quien “le encanta” el cine, disfrutó mucho en el Fòrum Impulsa 2012, con el proyecto
Puzzled Love. Se trata de un trabajo realizado por trece estudiantes de la Escac, cada uno responsable de una parte de la historia. La princesa mantuvo con ellos una larga sesión de trabajo.
Cuando le pido su valoración cultural de Felipe y Letizia, Carmen Balcells adopta un tono casi solemne. “La impresión que me causan, incluso con el temor serísimo de parecer pelota, es que ambos son extraordinarios. Con nota el Príncipe, que capitaliza una educación exquisita, extremadamente completa y compleja. Y a favor de la Princesa, hay que señalar el esfuerzo tan notable que ha acumulado una sola persona, y en solo diez años. Ambos me parecen preparados para cualquier cosa que la vida les depare”.