Escocia vota hoy si rompe con 300 años en el Reino Unido
Los unionistas disparan su última bala, el apoyo de Bill Clinton al no
Escocia vota hoy si se separa o no de la Gran Bretaña. En las últimas horas, los sondeos daban una ajustada victoria del no. Los unionistas contaron ayer con el apoyo de Bill Clinton, mientras que el líder nacionalista Alex Salmond llamó a aprovechar la oportunidad.
Hoy, desde las siete de la mañana que abren los colegios electorales hasta su cierre a las diez de la noche, Escocia vivirá en una burbuja y será en la práctica, aunque sólo sea por quince horas, libre e independiente. Será un momento mágico, suspendido en el tiempo, en el que los escoceses enjuiciarán su pasado y su presente, y tendrán el poder de decisión sobre su futuro: o mantener el statu quo y renovar el matrimonio de 300 años con Inglaterra, o romper la baraja y lanzarse a una aventura tan excitante como incierta. La soberanía, el poder y la autoridad estarán realmente en manos del pueblo, como corresponde.
Pero hasta la apertura de las urnas, nacionalistas y unionistas jugaron sus últimas cartas y gastaron sus últimas monedas en el gran casino de la política, y en unas particulares máquinas tragaperras donde el premio consistía en seducir a los últimos indecisos, meter miedo en el cuerpo a los que todavía seguían dudando, conseguir los mejores titulares en los periódicos y noticieros de televisión.
La Unión sacó de la recámara de su Colt 45 una última bala, la del expresidente norteamericano Bill Clinton pidiendo el voto para el no, y sumándose así a todos los tenores, barítonos y sopranos del establishment (banqueros, líderes de los grandes partidos nacionales, la Unión Europea, la OTAN, el FMI, Merkel, Rajoy, Barroso, Juncker, aseguradoras, cadenas de supermercados, la BBC...) que llevan meses pronosticando el desastre que sería la independencia. “Es David contra Goliat, si gana el sí será un auténtico milagro, una revolución democrática como no se ha visto en Europa occidental en mucho tiempo”, en palabras de Billy McCloud, un diseñador gráfico que se manifestó con otras dos mil personas y una camiseta verdiblanca del Celtic en la George Square del centro de Glasgow, apoyando el soberanismo.
A un par de kilómetros de distancia, en el próspero barrio de Maryhill, el ex primer ministro
EL PALO Y LA ZANAHORIA Si gana el no, los escoceses perderán el derecho de voto sobre temas ingleses
LA MAÑANA DESPUÉS Ambos bandos se comprometen a respetar el resultado y tender la mano
Gordon Brown y su exministro de Economía Alistair Darling hicieron campaña juntos, intentando desvincular el voto de protesta del voto independentista, y persuadir a las clases trabajadoras de que “sólo el Labour puede ga- rantizar la justicia social en Gran Bretaña”, y “lo que hay que apoyar para que cambien las cosas no es la delirante cruzada de Alex Salmond, sino al líder laborista Ed Miliband en las elecciones generales británicas del año que viene”.
El fuego cruzado de promesas y declaraciones se prolongó durante la última noche de campaña, como obuses en los campos de Flandes durante la Gran Guerra, y los misiles sobrevolaron el Atlántico entre Madrid y Edimburgo. Después de que Mariano Rajoy afirmara que una Escocia independiente tendría que volver a solicitar el ingreso en la UE, Salmond respondió a través de la Radio 4 de la BBC que esperaba que todos los socios europeos “acepten y respeten la voluntad democrática del pueblo escocés”. Y recordó: “Somos un país pequeño que sólo aporta el 1% de la población de la Unión Europea, pero tenemos el 20% de las reservas de pesca, el 25% de la energía renovable y el 60% del petróleo”. Las palabras del presidente del Gobierno español cayeron muy mal en la sede del ejecutivo escocés, como una interferencia innecesaria de última hora ajena al espíritu de fair play.
Dirigentes del Partido Conservador indicaron que, si gana el no, no todo van a ser concesiones a Escocia y la transferencia de mayores poderes autonómicos, y que a los diputados por circunscripciones escocesas se les va a retirar el privilegio de poder votar (como ocurre ahora) sobre asuntos que sólo incumben a los ingleses. O sea, que habrá un castigo. El líder liberaldemócrata Nick Clegg pidió que ambos procesos vayan de la mano y formen parte de un mismo paquete.
A pesar de la creciente crispación, alentada por una última encuesta que sólo da 2 puntos de ventaja al no, ambos bandos se comprometieron a respetar el resultado y tender el viernes una mano a la otra mitad de Escocia. “Tenemos que seguir viviendo juntos como amigos”, dijeron Salmond y Darling, los líderes de las respectivas campañas. Es la hora de la verdad. El resultado está en manos de los indecisos, de quienes han engañado a los encuestadores, de los laboristas desencantados. Londres, Madrid, Barcelona, Bruselas, Berlín y Washington contienen la respiración.