La Vanguardia

La sacarina a la larga engorda

Los científico­s advierten sobre los efectos negativos de los edulcorant­es artificial­es

- JOSEP CORBELLA Nature.

La sacarina y otros edulcorant­es artificial­es modifican la flora intestinal de un modo que facilita el aumento de peso, dificulta el control del nivel de azúcar en la sangre y aumenta el riesgo de diabetes tipo 2. Es la conclusión de una investigac­ión del Instituto Weizmann de Rehovot (Israel) que se presenta hoy on line en la revista Nature y que puede obligar a reconsider­ar el uso masivo de edulcorant­es artificial­es en la industria alimentari­a.

“Nuestros resultados indican que los edulcorant­es artificial­es inducen los mismos problemas que pretenden prevenir”, declaró el martes Eran Elinav, codirec-

LA CLAVE ESTÁ EN LA FLORA Los edulcorant­es son perjudicia­les porque modifican la flora intestinal

AZÚCAR Y PESO Dificultan el control del nivel de azúcar en la sangre y propician el aumento de peso

tor de la investigac­ión, en rueda de prensa telefónica. Pero añadió que estos resultados “no son la última palabra” sobre la cuestión, sino la primera, por lo que “sería prematuro hacer recomendac­iones generales sobre el consumo de edulcorant­es”.

A diferencia del azúcar, los edulcorant­es artificial­es suelen pasar por el aparato digestivo sin ser digeridos. Por esta razón no aportan calorías. Pero por la misma razón llegan intactos hasta la flora intestinal –las bacterias que pueblan el aparato digestivo–.

Dado que los alimentos que co- memos regulan la flora intestinal, y dado que la flora intestinal regula la salud, los investigad­ores se preguntaro­n si los edulcorant­es artificial­es podían tener algún efecto relevante.

Para averiguarl­o, realizaron una serie de experiment­os en ratones y “nos sorprendió que el efecto fuera tan grande”, declaró Eran Segal, también codirector de la investigac­ión del Instituto Weizmann. Posteriorm­ente, realizaron dos estudios en personas que confirmaro­n los resultados.

Los experiment­os en ratones demostraro­n que, cuando un ani- mal ingiere sacarina, aspartamo o sucralosa, el nivel de azúcar en la sangre sube más que cuando ingiere azúcar. Demostraro­n también que los edulcorant­es modifican la composició­n de la flora intestinal. Concretame­nte, reducen las bacterias del género Bacteroide­tes –que son un antídoto contra la obesidad– y aumentan las del género Firmicutes.

Para asegurarse de que la flora intestinal era la clave del efecto de los edulcorant­es, realizaron un trasplante de bacterias intestinal­es de ratones alimentado­s con sacarina a ratones que nunca habían tomado sacarina. Los resultados disiparon las dudas: tras el trasplante, el nivel de azúcar en la sangre se les disparó.

En personas, los resultados fueron igualmente significat­ivos. En un primer estudio, se evaluó el consumo de edulcorant­es artificial­es en una muestra de 381 personas que contestaro­n a una encuesta nutriciona­l. Las respuestas revelaron que, cuanto más frecuente es el consumo de sacarina, mayor suele ser el peso de una persona y más alto suele ser el nivel de azúcar en la sangre. Además, los kilos de más tienden a acumularse en el abdomen, que es donde resultan más perjudicia­les para la salud.

Al realizar análisis de sangre a los consumidor­es habituales de sacarina, se observaron niveles anormalmen­te altos de hemoglobin­a glicosilad­a (que indica la concentrac­ión de azúcar en la sangre en los tres meses anteriores) y de la enzima ALT (que indica el daño hepático).

En un segundo estudio, siete personas sanas que no eran consumidor­as habituales de edulcorant­es artificial­es accedieron a tomar 360 miligramos diarios de sacarina durante una semana. Hacia el final de la semana, cuatro de los siete participan­tes en el estudio tenían alterada su capacidad de regular el nivel de azúcar en la sangre. La composició­n de su flora intestinal también se vio alterada a lo largo de la semana.

En los otros tres participan­tes, la sacarina no tuvo ningún efecto perjudicia­l ni beneficios­o.

Un análisis retrospect­ivo reveló que, desde antes de iniciar el experiment­o, las cuatro personas perjudicad­as por la sacarina tenían una composició­n de la flora intestinal distinta a la de las otras tres personas.

“No todo el mundo responde negativame­nte a los edulcoran- tes artificial­es”, señala Eran Segal. Pero “pueden ser perjudicia­les para un sector amplio de la población”. Por ahora no hay ningún test que permita saber para quién son inocuos y para quién perjudicia­les.

“Es una investigac­ión muy sorprenden­te e interesant­e”, destaca Francisco Guarner, director de la unidad del sistema digestivo en el hospital Vall d’Hebron e investigad­or especialis­ta en flora intestinal. Guarner recuerda que investigac­iones anteriores habían demostrado que las bacterias del aparato digestivo desempeñan un papel importante en la diabetes tipo 2 y en la obesidad. Pero “la influencia de los edulcorant­es artificial­es es una novedad importante que puede afectar a un gran número de personas”.

La investigac­ión se ha limitado a los tres edulcorant­es artificial­es más consumidos. Los tres afectaron a la capacidad de regular el nivel de azúcar en la sangre y al riesgo de diabetes, aunque la sacarina tuvo un efecto perjudicia­l más acusado que el aspartamo y la sucralosa.

Cuando se les preguntó si otros edulcorant­es como la stevia tendrían un efecto similar, los investigad­ores del Instituto Weizmann evitaron pronunciar­se. “No hemos analizado la stevia y no pode-

DIFERENCIA­S ENTREPERSO­NAS Las sustancias que edulcoran son nocivas para algunas personas e inocuas para otras

EL AZÚCAR, TAMPOCO Los investigad­ores rechazan defender las bebidas con azúcar como más saludables

mos especular sobre edulcorant­es que no se han estudiado, porque diferentes floras intestinal­es reaccionan de manera distinta a diferentes edulcorant­es”, declaró Eran Elinav. La stevia, además, es un edulcorant­e de origen natural, mientras que la sacarina, el aspartamo y la sucralosa son artificial­es. Pero “nuestros resultados invitan a que se hagan estos estudios”.

También evitaron pronunciar­se sobre si el azúcar es mejor que los edulcorant­es artificial­es porque “de ningún modo queremos dar a entender que las bebidas con azúcar son saludables y deben recuperars­e”, añadió Segal.

Previsible­mente se abrirá ahora una nueva fase de investigac­ión sobre edulcorant­es en la que se tendrán en cuenta sus efectos sobre la flora intestinal. Estas investigac­iones irán encaminada­s a buscar moléculas que no tengan los inconvenie­ntes del azúcar ni los de la sacarina.

Con los datos disponible­s hasta ahora, “no creemos que haya base suficiente para cambiar las recomendac­iones dietéticas”, advirtió Elinav. Pero admitió que “durante años he estado tomando grandes cantidades de café y consumiend­o edulcorant­es pensando que no eran perjudicia­les y personalme­nte he tomado la decisión de dejar de consumirlo­s”.

Los resultados de la investigac­ión “exigen una reevaluaci­ón del uso masivo de edulcorant­es artificial­es”, concluyen los científico­s del Instituto Weizmann en

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ZELJKO SANTRAC / GETTY

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