El valor de la misericordia
CINCO cardenales, encabezados por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, han escrito un libro en el que sostienen que no se debe levantar la prohibición de comulgar a los católicos divorciados. La obra se publicará próximamente en Italia, antes del Sínodo de los Obispos que abordará la cuestión en Roma. Así que, casi tanto como un libro, resulta una pancarta; más que una reflexión, parece una advertencia. La obra aporta argumentos bíblicos, pero igualmente remite a prácticas de la Iglesia primitiva, para que nada cambie.
Pocos dudan que el mamotreto no sea una respuesta a la posición de otro príncipe de la Iglesia como Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y a su obra La misericordia, que es un texto muy apreciado por el papa Francisco. Con más razón que un santo, Kasper expuso en el último consistorio de cardenales del pasa- do mes de febrero la necesidad de que la Iglesia se acerque a los divorciados que se han vuelto a casar porque todo el que se equivoca en la vida debe ser perdonado y aceptado en el seno de la Iglesia. Pero los defensores de la ortodoxia católica no están para tolerancias y sostienen que las segundas nupcias son una forma de adulterio (sic), así que el fuego eterno espera a quienes hayan vuelto a casarse.
Los sectores más conservadores de la Iglesia parecen sentirse incómodos con un Santo Padre que intenta hacer de la la misericordia, la comprensión y la caridad una fórmula magistral en tiempos especialmente revueltos. Una Iglesia que acompañe y que escuche, que no expulse y no desilusione, es la gran aportación de Bergoglio. Y el gran desconcierto de quienes se despiertan a medianoche en el medioevo.